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LAS ARTES EN LA REPUBLICA PLATONICA 131 Pero, ¿cuál es el peligro directo para que por el mero hecho de imitar se condene y prohiba el quehacer de hombres que han gozado de tanto prestigio? El peligro está, nos dirá Sócrates, en que se trate de un buen pintor, pues si es malo o mediocre todo el mundo se dará cuenta de que lo que ve en la tela no es más que un embuste, «pero si es un buen pintor, podrá, pintando un carpintero, alucinar a los niños y a los necios con la ilusión de que es un carpintero de verdad» (R. 598a)5. Pero todas estas declaraciones —para que no aparezcan absurdas— habrá que circunscribirlas y entenderlas en el marco de la cultura griega y, muy especialmente, desde la preocupación ético-política del egregio filóso­ fo. Si tal no ocurre es posible que nos sorprendamos malinterpretando la concepción del arte de Platón. Por ello, hemos de insistir, que en Grecia el arte era considerado el medio formador y modelador del espíritu. En modo alguno la literatura estaba separada de su función política, por el contrario, lo que estaba escrito en verso era tomado incluso al pie de la letra y, en tal sentido, obstaculizaba seriamente la posibilidad de fundar un orden político justo en la ciudad-estado, al menos mientras los necios y los niños, que son siempre los más, siguieran creyendo ver realidad donde sólo había mito o ficción. Comprensible es entonces que Platón arremeta contra el mito tradicional y termine por condenarlo, pues era éste la expre­ sión inmediata de la poesía. Sucedía que sólo muy pocos podían compren­ der la diferencia entre la fábula y lo que ella quería enseñar. Aún en mu­ chas ocasiones ni siquiera el poeta sabía que lo que estaba narrando eran ficciones y las tomaba por verdaderas. «Este problema —escribe Jaeger— se convierte forzosamente en un ataque contra Homero, entre otras cosas porque todo el mundo ama a este poeta y, por tanto, se comprendía mejor lo serio que es el problema planteado» 6. Pero, entre las cuestiones que más preocupaciones causaban a Platón, estaba la de destruir los mitos y mitología que mayor daño podían provo­ car en las mentes infantiles y del vulgo, pues unos y otros creían ingenua­ mente cuanto se contaba en torno de los dioses y de los héroes, porque el pueblo y las ciudades veneraban a sus héroes como a padres de la patria; eran, pues, arquetipos a los que aspiraban y tomaban como meta los hom­ bres simples. De modo que era lamentable la consecuencia para el sistema 5. Platón asume que todo el mundo interpreta el arte como mimesis. Esta idea se gene­ raliza y cobra gran prestigio en la Antigüedad. Aristóteles en su Poética, también considera al arte como esencialmente imitativo. Pero aún así, quizá se pueda preguntar a Platón por qué supone él que el carpintero imitó necessariamente de la idea y el artista el objeto sensible. ¿Acaso el artista no puede imitar directamente de la idea? 6. W. JAEGER, Paideia, México 1967, 765.

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