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LAS ARTES EN LA REPUBLICA PLATONICA 153 Luego, la actitud intelectual con que Platón iniciará sus indagaciones es aquella según la cual, «cuando alguien está persuadido de que algo es un conocimiento hermoso y verdadero, es no sólo conveniente para la ciudad, sino que debe ser grato a la divinidad completamente, y en este caso ya no le es a uno en modo alguno posible el seguir abstenerse de hablar de ello» (L. 821b). Muchas son las obras en que se encuentra el tratamiento del problema, pero en ninguna de ellas, a pesar de la actitud que el filósofo anuncia, guía sus investigaciones, hay un tratamiento abierto y completo del asunto sino que suele quedarse en descripciones generales u observaciones más o me­ nos ambiguas que no nos permiten afirmar rotundamente si Platón creyó o no en el monoteísmo. En La República, el filósofo embiste en varias oportunidades contra la creenda poética, según la cual la divinidad se caracterizaría por sus debili­ dades y por la multitud de formas que la tradición decía que podía tomar. Ante esas creencias, Platón dirá con claridad meridiana que la divinidad es perfecta y que, «las cosas más perfectas no pueden ser alteradas en lo más mínimo o movidas por otra (...), pues todo lo que está bien hecho, por naturaleza, menos que nunca admite cambios por obra de terceros» (R. 379b). Y como la divinidad y las cosas divina son el summun de la perfec­ ción, Dios jamás puede adoptar variadas formas, como dicen los poetas al afirmar que las divinidades recorren las calles transfiguradas en personas, perros» y gatos26, pues en el caso que ello sucediera ya no sería divinidades, ya que el cambio es propio de seres imperfectos y nunca lo bello querrá dejar de serlo; por el contrario, es «imposible que un Dios quiera cambiar­ se, pues, cada uno de ellos siendo perfecto, tiende a perseverar en su forma originaria»27. Platón atribuye a la divinidad todas las perfecciones posibles de pensar, y hace de ella el arquetipo de la virtud a la que concu­ rren la justicia y todas las virtudes. Muchos pensadores griegos habían predicado ya como atributos esenciales de lo divino la inagotable unidad, totalidad y energía formadora del mundo. Platón, desde su perspectiva, tiende a considerar a la divinidad a veces como una fuerza superior y justa, pero otras también, como una variedad de dioses sin que deje aquí la claridad acostumbrada en otras materias. Así, en un pasaje de Las Leyes escribe: «¡Oh, varones! ¿—según el dicho antiguo, expresión que usa Platón para no comprometer absoluta­ mente su juicio— el dios tiene en sus manos el principio, el fin y el medio 26. Cfr. R. 382b, ss. 27. Cfr. R. 37b.

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