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LAS ARTES EN LA REPUBLICA PLATONICA 145 4. ¿ P redestinación o libertad ? Hasta aquí hemos tenido oportunidad de observar cómo Platón va destruyendo viejas concepciones, apoyadas por la poesía, para introducir en cambio otras sustentadas racionalmente desde la reflexión filosófica. Al determinar que la justicia es propia del hombre sabio —estado al que se puede acceder por el ejercicio del conocimiento—, y que la caracte­ rística de éste es la posesión de un alma bien predispuesta para el uso de la inteligencia, Platón viene a derribar las viejas creencias en torno a la justicia. Desde Homero en adelante se consideró que el comportamiento justo o injusto, más que del hombre, dependía de la divinidad o de fuerzas superiores, ante las cuales el alma humana quedaba en la más absoluta indigencia, para elegir según su voluntad, el camino del bien o del mal. Hesíodo ya quiso rebelarse ante la idea homérica que anulaba por com­ pleto la posibilidad de que el hombre construyese por sí mismo su destino, al ofrecer una lección poetizada de las posibilidades humanas para seguir el camino difícil, pero preferible, de la justicia aunque a la postre, a su pesar, haga residir el origen del mal en la divinidad. Platón vislumbra con claridad que si no se destruye la vieja y firme convicción, según la cual los dioses son los que trazan el destino de los humanos, no será posible siquiera pensar en un programa educativo, pues de nada valdría éste si la fuerza ciega del destino es la llamada a pronunciar la última palabra, a pesar de la voluntad humana. No tendría sentido para la acción de los hombres desear y buscar el bien, si es cierto, como asegu­ ran los poetas, que «sobre el umbral del palacio de Zeus están colocadas dos tinajas llenas de destinos; en una son todos malos, en la otra todos son buenos —y aquel a quien Zeus da una mezcla de unos y otros, su vida será una mezcla de bienes y males»— y en el caso de recibir sólo de la tinaja del mal, «la desgracia devoradora le obligará a vagar por la tierra divina» (R. 379b)18. Ni mucho menos la idea repetida por Esquilo, pero usada ya por los líricos arcaicos, según la cual «la divinidad hace a los hombre culpables, cuando quiere exterminar por completo una familia» (R. 379d), que es lo que ocurre justamente en la tragedia ática con las familias de los Labdácidas y los Pelópidas. Platón propondrá, contrariando la tradición poética, que el hombre quiere por inclinación natural el bien, y que está en él la posibilidad de 18. Palabras que dirige Aquiles a Príamo en el Canto XXIV de la litada, vs. 518, ss. Homero: Obras Completas, trad. L. Segalá y Estalella, Buenos Aires 1954. 10

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