PS_NyG_1994v041n001p0103_0124

108 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA duro atajo del brutal éxito político8. Vitoris, pocos años después, quiso proveer a una pacífica convivencia humana por las nobles sendas de la amistad. Esta convivencia fundada en la amistad adquiere un ulterior vínculo en la sangre. No en la sangre racista que divide, sino en la sangre humana, la de todos, la que nos hace hermanos. Cita entonces este texto clásico en derecho pero subrayar la fuerza aglutinante de la «cognatio»: «Velut vim inter homines omnes cognationem quamdam natura constituit». Pensamos que aquí Vitoria, ligado al derecho romano, entiende la cognatio como vínculo de sangre en contraste con la agnatio, fundada en un reconocimien­ to legal. De esta cognatio que la naturaleza ha establecido entre todos los hombres, deduce Vitoria que es contra el derecho natural que un hombre se declare contrario a otro. Mienta aquí la terrible frase de Plauto, que un siglo después de Vitoria hizo suya el inglés Th. Hobbes: «Homo homini lupus». Vitoria se revuelve contra ella para sentenciar: Non enim homini homo lupus est, sed Homo9. Qué bien nos suena esta frase después de haber oído que Maquiavelo incita a que sea el hombre, según las circuns­ tancias, zorra o león. Hobbes le incita aún más por esta senda tortuosa al declarar que el hombre es un lobo llevado por su egoísmo. Frente a ellos nos hallamos con Vitoria en una plenitud de humanismo. Anotemos con él que este humanismo no merma por el sentido evangélico que lo debió tener siempre como basamento común y necesario. En verdad, Vitoria, en su encuentro con América, aunque no estuviera en ella, encontró al hombre en el aborigen indio. Surge entonces potente el sentido de que todos formamos una humanidad. De este sentido quisié­ ramos hoy plenamente vivir. Ello significa que el legado de Vitoria sobre este gran tema sigue siendo muy actual. 2. La llamada universal al Evangelio Del universalismo humano, tan espléndidamente expuesto por Vitoria, representante máximo del pensamiento hispano en este punto, pasamos al universalismo religioso. En nuestros ambientes secularizados halla menos eco este universalismo. Pero en la época del descubrimiento tuvo suma importancia y su influjo histórico se ha prolongado hasta nuestros días. Es menester, por lo mismo que, como historiadores de las ideas, reflexione­ mos sobre el mismo. 8. Niccolo M a c h ia v e l u , II Principe. Fratelli Fabbri Edit., Milano 1968, p. 88. 9. De indis..., o. c p. 709.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz