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LO VIVO Y LO MUERTO DEL PENSAMIENTO HISPANICO 107 mar; lo mismo los ríos y los puertos, en los que las naves, por derecho de gentes, pueden atracar en ellos»6. Ochenta años después de Vitoria escribe Hugo Grocio su obra, Mare liberum. Lo hace contra la pretensión de los portugueses de tener un derecho exclusivo a navegar por los mares de Oriente. Muy de notar es que H. Grocio se apoya reiteradamente en Vito­ ria en su defensa del derecho al mare liberum. ¿Se tuvo siempre en cuenta en la América hispana esta doctrina aperturista de Vitoria? Responden a esta pregunta los hechos en los que, de propósito, no pretendo entrar en esta exposición, como ya se dijo. Complemento de este derecho de intercomunicación es el de peregri­ nar , según la terminología de Vitoria. Hoy hablamos del derecho a la emi­ gración. El ejercicio de este derecho ha ocasionado no pocas fricciones entre los pueblos. Pero estas fricciones y demás posibles abusos no pueden empañar la preclara doctrina de Vitoria que pide respeto para el derecho a peregrinar, es decir, a recorrer cualquier parte del mundo. Tan sólo pone una condición a este derecho: no causar daño al país que recibe al emigrante. Es, con todo, muy justo y razonable cerrar, por derecho de guerra, las puertas al enemigo. Mas por ser la guerra situación circunstan­ cial y transitoria no debe eliminar el derecho de emigración que es uno de los derechos permanentes de los pueblos, familias e individuos. La emigra­ ción viene a ser, por lo mismo, una manifestación viva y palpable de la unidad del género humano desde la que, como dijimos, razona Vitoria al exponer estos derechos primarios de la convivencia humana. Un paso más da Vitoria en este campo de la convivencia humana, al declarar que la amistad de unos con otros es una relación humana pertinen­ te al orden natural. Tan alto juzga este ideal de convivencia humana funda­ do en la amistad que este derecho tan sólo se atreve a afirmarlo con un videtur. «Parece, escribe en su texto, que la amistad entre los hombres es de derecho natural, y contra la naturaleza impedir la compañía y el consor­ cio de los hombres que ningún daño causen»7. Según esto, para Vitoria algo tan acendrado como la benevolencia mutua motivada por la amistad entra a formar parte de los primeros derechos humanos. Que Vitoria haya formulado este derecho fundamental debe ser considerado como una espe­ ranzados salida de ese túnel oscuro en que entró nuestra doliente historia al recibir el hombre de los últimos siglos esta consigna de Maquiavelo: mitad zorra, mitad león —pigliare la volpe e il leone —. El pensador italiano, al margen de todo escrúpulo moral y religioso, pretendió señalar así el 6. De indis recenter inventis relectio prior. De titulis legilimis, n. 1-8. Edic. cit., p. 706. 7. O. c., p. 707.

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