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LO VIVO Y LO MUERTO DEL PENSAMIENTO HISPANICO 121 Su estima y amor a lo indígena lo demostraron en el conocimiento de las lenguas y en la conservación de aquellas culturas que hoy las conocemos gracias a sus obras. Bernardino de Sahagún es tenido hoy por uno de los fundadores de la Etnología , saber de tanto agrado para los indigenistas. Sin embargo, hay que reconocer en la queja de estos un fundamento histórico por lo que toca al campo de la religión. Nadie negará inteligencia y celo al misionero José de Acosta, ya fin del siglo XVI. Sus obras, ante todo Historia natural y moral de las Indias, son un testimonio de su cordial convivencia con todo lo indígena. Y sin embargo, en otra obra, De procu- randa indorum salute , capital para conocer y valorar los métodos misione­ ros de la época, tiene un capítulo con este epígrafe: De la destrucción de los ídolos y tem plos 36. Nos hallamos lejos de las consignas del Vaticano II. La ideología misionera de entonces veía en la idolatría el gran obstáculo a la evangelización. Se razonaba desde una teología académica, no desde los derechos de la conciencia subjetiva. La teología académica veía en la idola­ tría el máximo alejamiento de Dios. Ya el libro bíblico de la Sabiduría ponía en ridículo la pretensión de trocar un mero artefacto humano en un poder divino. Desde esta teología actuaron los misioneros de América. Esta actitud, radicalmente negativa ante todo signo idolátrico, tuvo un influjo muy negativo en la obra de España en América. Sin duda, entre los grandes misioneros del Nuevo Mundo hay que contar a los llamados «doce apóstoles de Méjico». Pues bien, he aquí como en Revista Eclesiástica Brasileña, junio 1992, se comenta el coloquio que un día del año 1524 tuvieron estos con los jefes indígenas sobre tema religioso: «O famoso Coloquio dos 12 apóstolos franciscanos con os sábios foi um imenso desencontro e fracasso. A rigidez romano-católica presente no les impedia vislumbrar qualquer na religiao astecas. O efeito foi a sata­ nizado das religióes deles e a imposiqao do cristianismo num imenso pro- cesso de substituido e de inculcaqáo»37. Tan duro juicio sobre aquellos franciscanos sólo puede formularse si se prospecta aquella época de un modo anti-histórico. Es decir; desde nuestras propias convicciones. No desde las que tenían y tenían que tener aquellos misioneros. Podemos lamentar por qué no fueron más clarividen­ tes en este tema como lo fueron en otros. Pero este lamento tiene que revertir sobre los centros universitarios que daban mentalidad a la época. Los misioneros llevaban esta mentalidad al terreno práctico. A la ulterior pregunta de por qué los doctores de Salamanca y de otras universidades 36. J. de ACOSTA, De procuranda..., o. c., p. 469. 37. Leonardo BOFF, O conflito dos modelos de evangelizaqáo para América Latina e seus desafios hoje , en: Revista Eclesiástica Brasileña 52 (1992) 349.

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