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EL ANUNCIO DEL EVANGELIO 97 pretende es que sus lectores perciban lo que el Cristo glorioso continúa diciendo y haciendo actualmente en su Iglesia a favor de los que creen en é l 148. Y las otras dos formas de NT, el libro de los Hechos y del Apocalip­ sis abundan en la misma idea que estamos exponiendo. Si la Iglesia hubiese seguido la trayectoria bíblica no hubiese sentido nunca la necesidad de una «nueva» evangelización. Hubiese sido suficiente «evangelizar», que es su tarea esencial. Lejos de su aferramiento servil a las expresiones de su fe; evitando el historicismo arqueologizante de un pasa­ do —del que hoy hay que conservar únicamente lo que pertenece a la esencia del contenido revelado— y liberarse de un envoltorio puramente coyuntural; superando la tentación de confundir la fidelidad al pasado con la repetición del mismo, considerándolo como la expresión normativa um­ versalmente válida en el tiempo y en el espacio. Si fueron necesarias las relecturas bíblicas, las que hizo la Biblia misma, ¡cuánto más necesarias son las relectuas conciliares, dogmáticas, litúrgicas o morales! La Biblia sigue ayudando a aquellos que continúan considerándola como palabra de Dios que habla al hombre de nuestro tiempo en su propio lenguaje149. La interpretación historicista, fixista, inmovilista, de la Biblia, sin su poder esencialmente renovador e interpelante, hizo que se redactase una Carta abierta de los representantes de algunas organizaciones andinas, que apareció en los diarios de la Paz (Bolivia), el 2 de febrero de 1985, con motivo de la visita de Juan Pablo II: «Hemos decidido aprovechar la visita del Papa (al Cuzco) para devolverle su Biblia pues en cinco siglos no nos ha dado ni amor ni paz ni justicia... Por favor, llévese su Biblia y désela a nuestros opresores , cuyos corazones y cerebro necesitan más de sus precep­ tos morales»150. ¡Un hecho bien triste! Pero es mucho más triste la justifi­ cación del mismo: la Biblia les fue presentada como un código de letra muerta que nada tenía que decirles; no les fue presentada como su historia pasada y actual hecha de opresión y explotación; nadie les dijo que hablaba de ellos cuando exponía la historia de un pueblo dominado y explotado por el faraón egipcio; no les fue presentada como su propia historia; se prescindió de su poder interpelante; no se la leyeron como la anticipación de su suerte y, por tanto, de la esperanza que, en el proceso de su libera­ ción, les abre la Biblia al Dios de los oprimidos, que son ellos mismos; 148. P. G relot , Homilías sobre la Escritura en la edad apostólica , Barcelona 1991, 219. 149. Reflexión cristiana en Guatemala, Opresión, liberación y nueva sociedad. El libro del Exodo meditado en Guatemala, 1989. Y del mismo grupo de reflexión Los profetas bíblicos predican en Guatemala , 1990. El tratamiento de los textos bíblicos está hecho con gran serie­ dad y objetividad al par que desde su poder interpelante para la situación que ellos viven. 150. R. D. G arcía , La «primera evangelización y sus lecturas», desafíos a la «nueva evan­ gelización», 131.

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