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96 FELIPE F. RAMOS de la misma, persecución y respiro, trabajos forzados y refrigerio bajo la higuera al atardecer, hambre y abundancia, destierro y esperanza, expe­ riencia sensible del Dios próximo y desolación profunda por su lejanía o inexistencia. La mejor aclaración de lo que estamos diciendo nos la ofrece la Biblia misma. Sólo en su lectura y meditación descubriremos que todo esto es verdad. La Biblia es la palabra que Dios dirige al hombre. En ella se manifiesta de forma espléndida el bilingüismo de la revelación. Su esencial tarea evan­ gelizados lleva en su misma entraña una dimensión existencial, que afecta a todos los hombres de todos los tiempos en las más variadas y contradic­ torias situaciones en que pueda encontrarse. Los dos protagonistas e inter­ locutores de sus páginas son siempre los mismos: Dios y el hombre. Para que el hombre le entienda Dios habla su propio lenguaje y cuando el hombre no entiende se vuelve a Dios para que le actualice su lenguaje. La intercomunicación de Dios y el hombre la expresa la Biblia en la nueva lectura de los acontecimientos que a ambos interesan. No se ofrece una nueva evangelización. Se hacen constantes relecturas de la palabra de Dios desde las nuevas circunstancias de la vida del pueblo. Ahí están las distintas relecturas hechas con módulo histórico, profètico o poético, de la intervención liberadora de Dios a favor de aquel grupo de hebreos, que aspiraban a verse libres de su esclavitud en Egipto; distintas relecturas del éxodo liberador, de las plagas o signos de los tiempos que debían haber sido captados por el faraón opresor en orden a liberar a un pueblo esclavizado; de la conquista de la tierra , que unas veces es presentada como una marcha militar y otras —respondiendo con mayor exactitud a lo ocurrido— de forma lenta y progresiva; de la misma creación , presentada antropológica­ mente, de forma catequética, con módulo mitológico o mediante el recurso a la poesía; relecturas diversas de la institución de la monarquía e incluso del profetismo ; presentaciones diversas de las exigencias impuestas por la alianza y sus expresiones normativas en relación con los sectores pobres o empobrecidos de la sociedad... Se hicieron relecturas de todos aquellos temas en los que se expresan las relaciones entre Dios y el hombre y entre los miembros del pueblo de Dios. El único evangelio adquirió la cuádruple forma en que ha llegado hasta nosotros. El género epistolar releyó desde muchos ángulos el misterio de Cristo. El evangelio de Juan expresa una relectura interpretativa de lo que Jesús dijo e hizo durante su vida, a fin de explicitar su sentido para quienes viven bajo el impulso del Espíritu. Pero, al mismo tiempo, el evangelista no se limita a contar lo que Jesús dijo e hizo en el pasado , manteniéndose en la superficie de una historia irremediablemente periclitada. Lo que él

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