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EL ANUNCIO DEL EVANGELIO 95 acertada es aquella que satisface a aquél que ha preguntado. De ahí que los condicionamientos impuestos al que habla sean múltiples y complejos. Hay más. Dios sale al encuentro del hombre no sólo para responder sus interrogantes, sino para abrirle nuevas posibilidades que él ni siquiera podría pensar o imaginar. Búsqueda, por parte de Dios, de una promoción huma­ na cuyo nivel está muy por encima de lo que el hombre, a quien se intenta promover, pudiera desear o imaginar. ¿Cómo describir esta salida al encuentro, la búsqueda compleja prota­ gonizada por Dios y por el hombre? Ya en el punto de partida deben presuponerse, a priori, ensayos y realizaciones parciales, posibilidades diver­ sas, descripciones múltiples , descubrimientos desconcertantes; un proceso lento y progresivo que al enriquecer abre nuevas esperanzas. Por su misma naturaleza la Biblia es el libro de la esperanza. Los peque­ ños envíos que, desde el principio, descubrimos en ella, son la mejor garan­ tía de otros que iremos recibiendo. La lectura de la Biblia produce siempre una apertura al futuro. La esperanza mira hacia adelante. Notemos, ade­ más, que la esperanza suscitada por la Biblia tiene su justificación en la experiencia vivida en el pasado. Lo que Dios hizo en el pasado se convierte en garantía de lo que hará en el futuro. El Dios bíblico nunca deja inacaba­ das sus obras. San Pablo lo expresa así: ...seguro que el que ha comenzado en vosotros la obra buena, la llevará a feliz término para el día de Cristo Jesú s (Fil 1, 6). Las dificultades para describir este encuentro están radicadas en la naturaleza del mismo. Añadamos ahora que la complejidad aumenta cuan­ do la presentación de este encuentro tiene la pretensión de anticipar ulte­ riores encuentros. En definitiva, aquellos en los que va a realizarse la histo­ ria salvífica, la historia de Dios con el hombre y del hombre con Dios. ¿Cómo lo ocurrido y experimentado en el pasado puede convertirse en norma de lo que ocurrirá en el futuro? ¿Cómo un individuo, un grupo, un pueblo puede anticipar las vivencias de otros individuos, de otros grupos o de otros pueblos? Uno de los valores no pequeños de la Biblia está en haber consignado en su s páginas la experiencia y reflexión de casi veinte siglos de la vida del hombre y del pueblo al que pertenece. A la vista de este hecho resulta difícil aceptar que el hombre, aunque sea llamado hombre moderno y adulto, aunque viva en una «cultura planetaria», pueda encontrarse en circunstan­ cias totalmente nuevas, que no hayan sido vividas anticipadamente, de algún modo, por el hombre bíblico: prosperidad y miseria, optimismo y angustia, apetencia e indiferencia, alegría y abatimiento, triunfalismo y ocultismo, esclavitud y libertad, posesión de la tierra y desenraizamiento

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