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90 FELIPE F. RAMOS OREMOS: Oh Dios, Padre nuestro, que nos has congregado por la sangre, por la geografía, por la fe, en esta Centroamérica, lugar crucial de muerte, de miseria, de opresión, de represión, de luchas y masacres. Te pedimos que tu Espíritu nos haga sensibles a la realidad, nos comprometa con los hermanos y nos ayude a sentir la centroamericanidad como un desafío que tu Iglesia debe asumir pascualmente. Que tanto llanto, tanta sangre y tanta esperanza no queden defraudados. Te lo pedimos por todos los profetas, por todos los mártires, por todos los luchadores, por todos los oprimidos, por todos los testigos de Centroamérica. Te lo pedimos por tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, que vive y reina conti­ go, y vive y camina con nosotros en la unidad del Espíritu Santo. Amén. Pastoral al servicio del Reino Junto al respeto por la pastoral tradicional en la que trabaja la gente de una cierta edad, parroquias de los centros de la ciudad, de las zonas rura­ les... hay que iniciar resueltamente la «nueva etapa histórica» de la nueva evangelización144. Pensándolo bien, se podría decir que, en sentido estricto, la palabra «pastoral» estaría fuera de lugar. «Pastoral», «pastor»... Donde no hay borregos no hay pastores. De todas formas la palabra está ahí, y no vamos a intentar suprimirla. Pero sí hay que suprimir toda actitud «pastoral» de quien se considere a sí mismo «pastor» a base de considerar a los demás —un poco, al menos, y de una forma u otra— como «borregos». La pastoral no es un servicio narcisista a la Iglesia. Propiamente la pastoral no es un servicio «a la Iglesia», como un fin en sí misma. No siempre está esto claro para todos. Pero debe estarlo: la pastoral es un servicio de la Iglesia al Reino. El objetivo es el Reino, siempre; la Iglesia es el medio, el ámbito, la plataforma. No cualquier servicio al Reino sería pastoral. En primer lugar, por­ que hay muchos servicios al Reino que se hacen desde fuera de la Iglesia, por parte de quienes no están en la Iglesia. Y, en segundo lugar, porque no todos los servicios de la Iglesia, los que ella hace y debe hacer al Reino, pueden ser catalogados dentro de lo que habitualmente llamamos 144. F. SEBASTIÁN, En qué consiste la nueva evangelización , 135-136.

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