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82 FELIPE F. RAMOS Más que de métodos concretos, que nunca son universales y casi siem­ pre encorsetan o estandarizan la oferta, debiera hablarse de formas y actitu­ des con las que el evangelizados el creyente, debe acercarse y entrar en contacto con quien no lo es. Como principio fundamental debe emplearse el «método» inductivo : partir de abajo; evangelizar teniendo como esencial punto de referencia las preocupaciones de la masa creyente o no creyente; situarse en la mentalidad del pueblo, en los problemas en que se debate. ¿Os es que ha dejado de ser «vox Dei» la «vox populi»? A la búsqueda y preocupación humanas el evangelio debe salir como respuesta y como pro­ puesta. Respuesta a los interrogantes humanos y promesa que ofrecemos a lo que el hombre demanda. Teniendo como punto de partida el conocimiento más perfecto posible del lenguaje de la revelación —sabiendo distinguir lo que pertenece a la esen­ cia de la revelación y lo que nosotros le hemos añadido impurificándola— ofrecer una evangelización no en forma descendente , de arriba hacia abajo, imponiendo las verdades reveladas de forma absoluta y terminante, interesen o no al que oye de forma paciente o resignada, sino en forma ascendente , desde la miseria humana hacia la elevación divina. Partir de los hechos y situaciones concretas para intentar resolverlas desde la palabra de Dios y las exigencia que impone. La evangelización se produce siempre en articulación con la realidad histórico-social (DP 85). Partir de los metros disponibles de vivienda para hablar de los hijos que Dios quiere que vivan en ella. Otro criterio tiene que ser el seguir avanzando en el camino de renova­ ción de la Iglesia, sin prisa ni pausa, con la participación de todos, sin crispaciones ni rupturas internas, guardando las exigencias de la vida co­ munitaria y eclesial, buscando ante todo el aumento de la capacidad misio­ nera y el bien espiritual de todos, con flexibilidad y libertad, siempre den­ tro de las exigencias de la fidelidad y de la obediencia134. 3.° Las nuevas expresiones resultan aún más comprometidas a la hora de precisarlas. Por supuesto que también vienen exigidas desde el bilin­ güismo de la revelación o desde la necesaria inculturación. Nueva expre­ sión o nuevo rostro de la Iglesia que, en contraposición a los grandes de este mundo, no pretenda ser la señora sino la servidora de los demás (Me 10, 41-45). El contexto en el que Marcos transmite estas célebres palabras 134. F. SEBASTIÍN, En qué consiste la nueva evangelización , 132. De ella copiamos su nota 54: «Cf. Pablo VI, Ecclesiam suamy nn. 49-62. Hay que evitar el inmovilismo, los cambios introducidos por el Concilio son providenciales, la Iglesia no puede cambiar en lo esencial, la reforma es un empeño de fidelidad y autenticidad, la Iglesia debe actualizarse pero no munda- nizarse, la reforma es ante todo interior y busca una mayor fidelidad al evangelio de Jesucristo entendido integralmente según la tradición de la Iglesia».

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