PS_NyG_1994v041n001p0007_0102

EL ANUNCIO DEL EVANGELIO 81 bios, ejemplos. Nunca recurre a la prepotencia del poder, aunque la auto­ ridad con que habla impresionase a sus oyentes (Me 1, 22). Pero esta impresión de la autoridad de Jesús no era la actitud impositiva de los maestros de la ley y de la moral. La exposición del evangelio, con la debida distinción entre contenido y continente, tiene autoridad por sí misma. El evangelio es siempre buena noticia, atrae por sí mismo, tiene poder de convicción en su misma entraña. Cuando se trata de precisar métodos concretos de evangelización no resulta fácil dar respuestas convincentes. No es posible hacer un programa preciso y concreto de lo que tiene que ser y de cómo deberá desarrolarse esta nueva evangelización. Para ello será necesario tiempo, trabajo, auda­ cia, prudencia y comprensión. En cualquier caso los métodos no deben perder de vista su objetivo último que es provocar la conversión y el reco­ nocimiento religioso de Dios. No se puede suplantar, sin más, los métodos propiamente religiosos y evangélicos por los métodos seculares y políticos que en materia religiosa terminan siendo coactivos y dictatoriales131. La originalidad en este campo es muy pequeña. Se insiste en la actitud de diálogo como método fundamental. Diálogo sincero entre la Iglesia y el mundo, entre los hombres y mujeres que creen en Jesucristo con los que no creen, tratando de ofrecerles con senillez y confianza lo que para noso­ tros es el camino de la gran salvación que Dios ha preparado para todos. Intensificar las ofertas de formación y conversión para los cristianos practi­ cantes y no practicantes. Habrá que utilizar con previsiones bien estableci­ das las técnicas existentes para ello, como Cursillos de Cristiandad, Ejerci­ cios Espirituales y actividades semejantes, Camino Neocatecumenal132. Como se ve, los métodos nuevos no aportan nada nuevo. Y estamos escu­ chando la palabra de un dirigente de la Iglesia española. Hay que decir «sí» a la solidaridad en el respeto y promoción de la dignidad e inviolabilidad de la persona humana, «reflejo de la absoluta inviolabilidad del mismo Dios» (Chr. laici, 38); «sí» a la causa de los po­ bres que no son números sino «rostros humanos» (Puebla, 31-39); «sí» a todo lo que haga posible la participación «en el banquete de la vida al que todos los hombres son igualmente invitados por Dios» (encíclica Pop. pro, 47). Hay que decir «no» a todo lo que signifique violencia, opresión de la persona, discriminación, racionalidad economicista que niega la trascen­ dencia del ser humano aislándole de Dios y de los demás hombres133. 131. F. SEBASTIÁN, En qué consiste la nueva evangelización , 124.126. 132. F. SEBASTIÁN, En qué consiste la nueva evangelización , 127. 133. J. E spe ja , Cómo evangelizar hoy , 126.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz