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8 0 FELIPE F. RAMOS en corazones muy sensibles y solidarios con el sufrimiento de sus herma nos. En la entrega dolorosa a su pueblo, fue precisamente donde Cristo aprendió lo que es obedecer (Heb 5, 8). Y no fue una obediencia fácil, porque le llevó a la muerte en la cruz (Fil 2, 8); desde la fortaleza de la f e , que procurará al evangelizador la superación de todas las dificultades y de todos los cercos que se le hagan para derribarlo (Ef 6, 10-17); desde la encarnación en el ambiente real en que vivimos con el esfuerzo incansable por transformarlo; desde la perfección que Cristo nos pide (Mt 5, 48; 19- 21) y que nos impide la contemplación individual de nuestro propio yo y nos lanza a buscar como objetivo primero y supremo el Reino de Dios y su justicia (Mt 6, 23). Se impone nueva vitalidad o ardor de la verdadera fe o seguimiento de Jesús: «si creéis en Cristo habréis de creer también en el programa de vida que él nos propone; si amáis a Cristo, habréis de amar a los que él ama y como él los ama; si estáis unidos a Cristo os sabréis enviados por él y como él a anunciar el evangelio a toda criatura»; «el auténtico discípulo de Cristo se siente siempre solidario con el hermano que sufre, trata de aliviar sus penas —en la medida de sus posibilidades, pero con generosidad— lucha para que sea respetada en todo instante la dignidad de la persona humana desde el momento de la concepción hasta la muerte» (Juan Pablo II, Hom. en Vitma, 7-4-87). Pero este «nuevo ardor» se transmite por contagio. Y aquí viene la pregunta para quienes tienen como vocación expresa propagar y promover la fe: «¿creéis verdaderamente los que anunciás?» (EN 76). Se trata de un examen a fondo sobre nuestro «entusiasmo evangelizador», sobre nuestro «celo apostólico», según la expresión tradicional. El apasionamiento por la voluntad de Dios es fuente y alimento de la verdadera predicación profètica129. 2.° Los métodos pertenecen también al bilingüismo de la revelación, al contenido evangelizador130. Se hallan exigidos por la inculturación. Los evangelizadores, profundamente impregnados por la verdad divina libera dora (Jn 8, 32), y cuya vida se halla al servicio del Reino desde una profun da conversión y desde una fe inquebrantable (Me 1, 14-15) deben servirse de unos métodos que hagan inteligible el mensaje evangélico a los destina tarios del mismo. También aquí la imitación de Jesús sirve de modelo. Utilizó los recursos pedagógicos que sus oyentes entendían: parábolas tomadas de la naturaleza o de la vida de los hombres, sentencias, prover- 129. J. ESPEJA, Cómo evangelizar boy, 124. 130. L. BOFF, La nueva evangelización , 118.
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