PS_NyG_1994v041n001p0007_0102
EL ANUNCIO DEL EVANGELIO 67 demás y de verificación de que es posible la utopía. De este tipo de proyec tos se requiere que sea radical , que provoque un cambio real de estructu ras; que suponga un verdadero cambio de personas , que el proyecto sea muy eficiente y realista, controlando férreamente todos los movimientos del mismo; que sea repetible en otras regiones y países, con un aspecto universalista; que las ayudas recibidas se distribuyan en plan rotatorio. Finalmente, hace falta también un cambio de estructuras y leyes a nivel nacional e internacional para resolver el problema de la pobreza en el mun do. Sin la conversión y los proyectos piloto, las leyes se convierten en papel mojado por falta de protagonistas, pero sin el cambio de las estructu ras injustas y anacrónicas, las personas y los pequeños grupos se pierden, como gotas insignificantes en el océano, y su gesto testimonial no llegará a tener la resonancia necesaria para solucionar un problema del tamaño de la pobreza mundial111. La evangelización de los pobres se halla exigida desde el bilingüismo de la revelación. Se halla impulsada desde la necesaria inculturación del evangelio. Ellos constituyen la cultura del oprimido. Los pobres como «lugar teológico» han sido canonizados por los docu mentos eclesiásticos anteriormente citados. Medellin asume como hecho incuestionable: que la masa popular encarna una genuina vivencia cristia na. Al aceptar la realigiosidad popular como punto de partida para el anuncio de la fe reconoce que los pobres, las masas depauperadas y opri midas juegan un papel interpelante en la comunidad eclesial. Queda así refrendada la cultura del oprimido, el cual puede acrisolar con su vivencia religiosa la savia vitalizadora del evangelio. La vivencia religiosa, fraguada en la cultura del oprimido, tiene fuerza para activar la carga liberante del evangelio, revirtiendo obviamente en la denuncia profètica de cuantas es tructuras (sociales, económicas, culturales, políticas, religiosas...) se obsti nan en institucionalizar la injusticia. La estructura de pecado y la injusticia existente genera muerte para millones de personas. Frente a ella asistimos en América Latina al naci miento de una nueva clase cultural que quiere constituirse en sujeto de su propia historia y no ser mero destinatario de la acción de otros que sean sus representantes. Si se trata de anunciar la Buena Nueva de Jesucristo, entonces lo cen tral es el anuncio del Misterio de Dios que se hace plenamente hombre para que el hombre alcance su plenitud por la divinización. Y si esto es así el contenido de este misterio nunca es alcanzado completamente por el 111. A. H o rte la n o , Nueva Evangelización , 92-93.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz