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66 FELIPE F. RAMOS del hoyo en que está. Pobre es el que pasa hambre, el enfermo, el huérfa­ no, la viuda, el desterrado en Babilonia, aunque tenga medios económicos, el oprimido, el moribundo y el muerto, cuya vida se interrumpe brusca­ mente, y también todo aquel que se queda sin razones válidas para existir y está tentado de tirar la toalla y bajarse del tren de la vida. Son pobres todos lqs estamentos reducidos a la situación precaria de una vida llena de carencias, como los campesinos, los pequeños artesanos, los jornaleros con salario de hambre, los que atienden diversidad de servicios insuficien­ temente retribuidos para llevar una vida familiar digna... Es pobre un pueblo entero sin salud y mal alimentado o sin salud por no poderse alimentar debidamente; el pueblo privado de su derecho a la educación y obligado a aceptar mediante imposición dictatorial la poca que reciben; un pueblo sin vivienda digna y refugiado en «cavernas» o en chabolas inhumanas; un pueblo abatido y sin ninguna esperanza dado el número elevadísimo del desempleo y la fuerza arrolladora de la inflacción; un pueblo cruelmente violado en todos los más elementales derechos huma­ nos; un pueblo militarizado en su mayoría para defender causas partidis­ tas, que nada reportan a favor del mismo; un pueblo exiliado en un eleva­ dísimo porcentaje por razones políticas109. Existe una bienaventuranza de los pobres. No porque la pobreza sea buena. La pobreza es una carencia. Una realidad detestable. Los pobres son bienaventurados porque el Liberador les ha abierto el camino para salir de su situación carencial; porque deben decidirse a resolver de inme­ diato el problema de su humillante pobreza, sin recurrir a falsa «pacien­ cia», que ni siquiera es virtud cristiana; porque se impone a los demás la grave obligación de ponerse a su lado para salvar su precariedad, recono­ ciendo el derecho que les asiste y prescindiendo de toda clase de paterna- lismo insultante; porque, aunque siempre haya pobres en el mundo, se impone la exigencia cristiana de una lucha por resolver de la forma más urgente y equilibrada posible las situaciones injuriosas de pobreza existen­ tes en nuestro mundo no. La solución a la pobreza pasa por dos principios: Lo primero que ha de hacerse es una conversión individual y colectiva , partiendo de una experien­ cia que nos habla de que el hombre se realiza mejor, incluso a nivel huma­ no, dando que recibiendo: Hay más felicidadendar que enrecibir (Hch 20, 35). En segundo lugar, hay que hacer experiencias piloto ,que conrecursos relativamente pequeños, humanos y económicos, sirvan de estímulo a los 109. A. H ortelano , Nueva Evangelización , 81. 110. A. H ortelano , Nueva Evangelización , 91.

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