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12 FELIPE F. RAMOS lización. Y tras él, Medellín, Puebla, y no pocas realizaciones pastorales que han seguido aquel gran gesto del Concilio16. Lo que se propone como «nuevo» es, en el fondo, el reconocimiento de una deuda de evangelización : la evangelización que tuvo lugar en nuestro continente significó la transposición de las instituciones, de los símbolos, los conceptos y usos morales de la cultura cristiana europea; en modo alguno predominó el encuentro entre fe y realidad indígena, entre evange­ lio y culturas autóctonas, que permitiera el surgimiento de una expresión cristiana típicamente nuestra; tan sólo el catolicismo popular, fruto de la creatividad del pueblo, al margen del catolicismo oficial, ha significado la creación de una fe original en el marco de una dominación que afectaba a todas las instancias de la sociedad. Esta deuda sólo quedará pagada el día en que se den las condiciones que permitan intentar una evangelización liberadora, a partir de las matrices culturales del propio pueblo, que es pobre y profundamente religioso. Este parece ser el sentido de esa «nueva evangelización» de la que tanto se habla17. La evangelización se presenta como nueva por muchas razones: por su mayor fundamentación en el evangelio que en la pura y simple progagación de la doctrina eclesiástica; porque tiene como sujeto principal a los propios pobres; porque existen unos nuevos destinatarios : la cultura y la religiosi­ dad populares; porque se emplean métodos nuevos , en la línea de la «peda­ gogía del oprimido»; porque se comunican nuevos contenidos , derivados de la articulación del discurso de la fe con el submundo; porque se inaugu­ ra un modo nuevo de ser Iglesia , que se caracteriza por ser comunidad, por la participación posible de todos...; porque genera una nueva espirituali­ dad ...; porque crea una nueva relación de la Iglesia con el mundo , no de alianza con los poderosos, sino de participación y apoyo a los sectores oprimidos18. La tarea evangelizadora es quehacer eclesial ineludible en cualquier tiempo y lugar. No es de recibo pensar en el tercer milenio como justifica­ ción de la nueva evangelización. Ni exigirla desde una cultura «planetaria» ni desde la «aldea global» que a todos nos cobija. El noventa por ciento de los que ansian ser evangelizados no participan en la cultura planetaria ni viven acogidos a la aldea global. 16. J. C. R. G arcía P aredes , La identidad de la vida religiosa... 162. Cuando a lo largo del artículo se utilice la expresión «nueva» evangelización debe entenderse que elcalificativo obedece a una cita del autor al que se está haciendo referencia. 17. L. B o ff , La nueva evangelización.Perspectiva de los oprimidos ,Santander 1990, 12. 18. L. B o ff , La nueva evangelización , 158-160.

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