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EL ANUNCIO DEL EVANGELIO 61 está exigiendo, quizá sin manifestarlo claramente, o incluso sin saberlo. De ello está necesitado nuestro mundo, aunque no lo consiga ver con claridad. Contemplativos: no os dejéis guiar por luces falsas. Sed fieles a Dios, y a los hombres de hoy permaneciendo fieles a la esencia de vuestra propia vocación. La fe madura y se purifica en la lucha por vivir en coherencia con las exigencias del evangelio. En el proceso de maduración y profundización de la fe, ésta se aquilata como el oro, convirtiéndose así en energía transfor­ mante no sólo de la vida personal, sino de todas las esferas de la vida, viciadas por la injusticia y el pecado. La fe del pueblo cristiano oprimido es como un fuego para todo aquello que es muerte y todo lo que frena o retarda el cumplimiento del designio liberador de Dios. Para esto vino Cristo. Y él lo dice: Vine a traer fuego a la tierra , y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! (Le 12, 49)102. La respuesta de la fe se da desde la conversión religiosa personal. Todo ello tiene que apoyarse en la conversión personal, la liberación del pecado, la transformación real de la vida de las personas como primer objetivo y punto de partida para todo lo demás, transformación de las familias, de las relaciones sociales y de la sociedad entera. Este objetivo de la conversión personal no se debe silenciar nunca porque condiciona todo lo demás y diferencia los métodos y objetivos de la Iglesia en el mundo desde su raíz103. La evangelización es inseparable de la profecía. Sólo cuando el hombre se halla «poseído» por Dios y por su causa siente la urgencia de hablar de él. Ser una profecía en esperanza. Debemos ser una especie de presencia profètica que lleva siempre consigo la esperanza. Una especie de utopía pascual andando. Que derramemos profecía y esperanza a nuestro alrede­ dor. Y seamos también muy celebrativos. Seamos una constante celebra­ ción en medio del pueblo1(M. La inculturación necesaria y la respuesta adecuada de la fe no reducen el misterio a problema al que pueda ofrecerse una solución mágica. El evangelio, al encontrarse con una cultura, puede chocar contra una muralla que no le permite seguir adelante realizando su quehacer vivificador. Esto ocurrió ya desde los primeros intentos: inculturar el evangelio en el mundo gnóstico (1 Jn) hasta los esfuerzos por insertarlo en la modernidad y en la postmodernidad. 102. Reflexión cristiana en Guatemala, Caminos de Cristo en Guatemala , 84. 103. F. SEBASTIÁN, En qué consiste la nueva evangelización , 124. 104. P. C a sa ld á lig a , El vuelo del Quetzal , 176.

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