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60 FELIPE F. RAMOS CARTA A LOS VERDADEROS CONTEMPLATIVOS (Carta dirigida a un hermano de Taizé por una universitaria colombiana vinculada a las guerrillas] I.C.I., 15.09.1970). Me dirijo a todos aquellos que se inquietan. No escribo para los que están «tranquilos», convencidos de su propia forma de vida, satisfechos con su situa­ ción, «muy seguros» de su vocación, es decir, aquellos que se instalaron en la opción que hicieron un día y ya nunca consintieron sentirse cuestionados. Escribo, por el contrario, a todos los inquietos, a aquellos que dudan de su propia forma de vida o están insatisfechos con su situación porque se sienten interpelados con su situación, porque se sienten interpelados por la miseria y por la lucha «del hombre de hoy»; a aquellos que «no están seguros» de su vocación porque se sienten impelidos por la convocación, por el llamado a la transformación de la historia; a todos aquellos, en fin, a quienes el Amor no les permite instalarse en una opción definitiva, sino que les exige renovadas bús­ quedas. Me dirijo a todos vosotros, sea cual fuere la congregación o la comuni­ dad a la que petenezcáis. ¡Contemplativos!: en nombre de toda la humanidad, en nombre de los continentes que luchan por su auténtica liberación; en nombre de los políticos revolucionarios, de las masas rurales y de los estudiantes, en nombre de los científicos, de los intelectuales, de los artistas... yo les suplico: ¡no tengáis miedo de vivir vuestra vocación, no tengáis miedo de vivirla intensamente, no apaguéis esa luz que habéis descubierto y de la cual el mundo tiene tanta necesidad...! Si no os empeñáis por vivir a fondo vuestra aventura, ¿no estaréis dejando de dar precisamente aquello que debéis dar a los hombres? Si os acobardáis y no os entregáis enteramente a vuestra vocación, permitiéndoos dudar sobre el sentido de la misma, ¿no estaréis matando algo que no os pertenece, sino que os fue dado para que lo hicierais fructificar? ¿El pretexto de servir al hombre, no esconderá quizá la justificación de una falta de fe en Dios, que merece siempre —en la actual época histórica como en todas las épocas— un Amor gratuito? Contemplativos: en nombre de todos los combatientes conocidos y anóni­ mos, de todos los que se sienten comprometidos en la edificación de una nueva sociedad, yo os suplico, más aún, os exigo: no renunciéis a vuestra vocación; sabed esperar atentos a los hombres, compartiendo en profundidad sus búsque­ das, sus éxitos y sus fracasos, sus exigencias y sus luchas; vivid los sufrimientos y las alegrías de los hombres, pero no tengáis miedo de hacerlo a partir de vuestra propia vocación. Buscad nuevas formas, desde luego, pero no rechacéis el don fundamental que habéis recibido del Señor. Esto es lo que el mundo os

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