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EL ANUNCIO DEL EVANGELIO 59 ción normal de una experiencia íntima: ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi (Gal 2, 20). La fe como sensación que polariza y determina toda la existencia en el seguimiento de Jesucristo, es decisiva en la evangelización, que no es tanto informar de conocimientos cuanto transmitir un talante de vida. Conviene recordar una y otra vez el interrogante que hace años lanza ba Pablo VI: «¿Creéis verdaderamente en lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? «¿Predicáis verdaderamente lo que vivís?» 10°. La fe se manifiesta en la evangelización. Se mantiene fresca y exigente desde la oración. No basta con «practicar» la fe. Hace falta también pro clamarla y celebrarla. Y porque queremos construir y servir y realizar el designio de Dios sobre la historia, también lo queremos y debemos y lo necesitamos celebrar, anticipar gratuitamente. La oración es una de las acti tudes fundamentales derivadas de la opción fundamental. El cristiano es un orante. Tener fe y no orar es una forma de no tener fe. La fe sin obras es fe muerta; la fe sin oración, también. Porque la oración es una obra, una praxis de relación, de comunicación, de gratitud, de «tratar de amistad» con él... Si la fe me lleva a relacionarme con los hermanos, con lo que ellos son y quieren, es lógico que también me lleve a relacionarme con el Padre, con lo que él es y quiere. La fe es una apertura a alguien, a él. Si él y yo somos personas, es lógico que esta apertura sea una relación, una comuni cación. Y eso es la oración. En la oración es necesaria una cierta ascética, una cierta disciplina, porque la oración no es algo instintivo, que «nos salga de dentro» sin más. La oración exige su tiempo, y hasta su lugar, y hasta su instrumental. Si no se impone uno una cierta disciplina, es la oración la que acaba saliendo perjudicada. Es necesario distinguir entre la oración y la lucha. La lucha es lucha, y la oración es la oración. Ahora bien, eso sí, la lucha en la fe, desde la fe, por causa del Reino, puede y debe ser para nosotros vivencia de fe. Incluso anuncio de fe. Pero no es propiamente oración. No es fácil, ciertamente, definir las fronteras. Es evidente que muchos hermanos, en la lucha, en la acción, en el compromiso con los hermanos... también están orando. Abiertos explícitamente a Dios, a veces formulando incluso una oración explícita y, todo eso, es oración. Lo que quiero decir es que no caigamos en el simplismo cómodo de decir que todo es oración, para justificar el hecho de que no hacemos oración explícitamente. La oración exige tam bién su hora, su tiempo, su lugar...101. 100. J. ESPEJA, Recuperar la mística de la misión , 231. 101. P. C asald álig a , El vuelo del Quetzal , 50-51.
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