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EL ANUNCIO DEL EVANGELIO 11 ella, calificar de «nueva» a la evangelización es rebajarla de categoría: redu­ cir a «nuevo» lo que es novísimo. Y es que no se trata de que nosotros hagamos una «nueva» evangelización, sino de que la evangelización nos haga nuevos a nosotros. La frase completa de la cita anterior suena exacta­ mente así: «Un cristiano ha de ser cada día nuevo, como la Buena Nueva novísima de Jesús. El apóstol Pablo lo formuló de forma certera y definiti­ va: Si alguien vive en Cristo es una nueva criatura; lo viejo ha pasado y ha aparecido algo nuevo (2 Cor 5, 17). La evangelización es la oferta divina —nunca imposición— para la creación de la nueva existencia cristiana. La evangelización o es nueva o no es evangelización. Lo verdaderamente nuevo es el resultado o efectos que produce. La evangelización no es nueva, lo mismo que no es nuevo el evangelio ni la revelación. Lo verdaderamente nuevo es el hombre al que se dirigen; aunque también sea necesario subrayar su novedad «relativa», ya que el ser humano en cuanto tal es un ser universal. La necesaria adap­ tación a los tiempos y a la mentalidad cambiantes, «el nuevo ardor, los nuevos métodos y sus expresiones», se hallan necesariamente implicados en la entraña misma de la evangelización en cuanto tal. Pero sobre esto volveremos más abajo. Probablemente el calificativo que analizamos no hubiese despertado tanto clamor y entusiasmo de haberse sabido que no fue el papa Juan Pablo II quien lo utilizó por primera vez. El Pontífice supremo lo tomó de Medellín H. Medellín fue el punto de partida. Es fundamental y positivo afirmar que la nueva evangelización no «pretende establecerse como una negación o una rectificación de la labor desarrollada por la Iglesia durante los últimos años a partir de Medellín». Al contario, «buscando aconteci­ mientos simbólicos, podemos afirmar que la nueva evangelización ya había comenzado en Medellín y que a través de estos años ha ido desarrollándose hasta encontrar su nombre para seguir madurando...; es una vida que ya está en marcha, que ha ido creciendo durante estos años entre lágrimas y sufrimientos, por la que han entregado su sangre los innumerables mártires de la fe, de la justicia y de la solidaridad»15. La nueva evangelización no se ha iniciado o se ha de iniciar en este Pontificado. El Vaticano II fue la gran inauguración de la nueva evange- 14. A. GONZÁLEZ D orado , Cuatro motivos para una nueva evangelización de cara al año 2000 , en La vida religiosa y la nueva evangelización , 55, nota 1: «En el mensaje que los obispos de Medellín (1968) dirigen a los pueblos de América Latina se lee lo siguiente: «Alentar una nueva evangelización y catequesis intensiva que lleguen a las élites y a las masas para lograr una fe lúcida y comprometida». 15. J. ESPEJA, Cómo evangelizar hoy. Promoción o destrucción de los pueblos , 135.

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