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54 FELIPE F. RAMOS situación socio-económica en que vive hoy la mayor parte de los matri­ monios?89. Una evangelización kerigmática y fundante debe ofrecer «los conteni­ dos primarios y más sustanciales de la fe». Cuando se quiere y se debe evangelizar, no es el momento de presentar cuestiones derivadas de segun­ do o de tercer orden. Perdemos el tiempo cuando queremos que nuestros contemporáneos nos acepten verdades teóricas o criterios prácticos de moral que está oscurecida o rechazada 90 (el subrayado es nuestro). Es evidente que la evangelización que no desemboca en un compromi­ so ético deja de ser salvadora y se convierte en pura palabrería intrascen­ dente91. Pero los criterios morales evangélicos, ¿deben ser repetición de los formulados hace 50 años? Ningún moralista serio lo piensa así. Y ¿qué hacer con los matrimonios rotos y con aquellos otros que han pasado a una nueva solución rubricada por la ley civil? ¿No será necesario arbitrar alguna solución para evitarles complejos cuando quieren seguir participando en la vida eclesial y sacramental, de la que de hecho partici­ pan con un consentimiento al menos tácito de sus pastores más inmedia­ tos? ¿Y el problema de los sacerdotes secularizados de hecho a los que no se les concede la libertad frente a los compromisos adquiridos? ¿Por qué tiene que resolver Roma una cuestión en la que debería tener competencia el obispo diocesano, ante quien se adquirió el compromiso o, a lo sumo, una comisión delegada de la Conferencia Episcopal de cada p a ís?92. La cuestión del sacerdocio femenino parece definitivamente «aparcada» y resuelta negativamente por oponerse a la revelación divina. ¿Dónde cons­ ta dicha revelación? Los argumentos aducidos para rechazarlo —en núme­ ro muy crecido, entre ocho y diez— constituyen la mejor prueba de que ninguno de ellos «prueba». Con uno bueno hubiese sido suficiente93. 89. Remitimos a la reciente encíclica de Juan Pablo II, Veritatis Splendor, y la observa­ ción «luminosa» de monseñor Dorador , en el diario nacional ABC (13-10-1993): «Ahora, cuando Jesucristo no está entre nosotros de forma visible, el Espíritu Santo, a través del ministerio del Papa, nos guía hasta la verdad». El obispo de Málaga debió haber reflexionado mucho más antes de escribir estas desafortunadas palabras. 90. F. S ebastián , En qué consiste la nueva evangelización , 122. 91. A. HORTELANO, Nueva Evangelización, 66. 92. El Catecismo de la Iglesia católica aplica, sin más, todo el peso de la ley a ambos casos. En el primero se les niega el acceso al sacramento de la eucaristía y al de la reconcilia­ ción, mientras dure su situación (n. 1650). El segundo caso es más grave: siguen siendo sacerdotes, en virtud de la teoría tridentina del carácter permanente, «sacerdos in aeternum». En consecuencia tampoco pueden ser laicos (n. 1583). ¿Qué son? ¿Han sido relegados al género epiceno? 93. El Catecismo de la Iglesia católica dedica al problema dos líneas (n. 1577). Menos mal que afirma: «no reciben» la ordenación. Hubiese sido más grave esta otra formulación:

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