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50 FELIPE F. RAMOS «No por mero interés académico o por nostalgias del pasado, sino para lograr una firme identidad propia, para alimentarse en la corriente viva de misión y santidad que impulsó su camino, para comprender mejor los pro blemas del presente y proyectarse más realísticamente hacia el futuro». «No cabe duda que esa exacta “autoconciencia” es prueba de madurez eclesial. Y si es verdad que de ello la Iglesia sacará motivos de conversión y mayor fidelidad al Evangelio, también podrá deducir tantas lecciones y aliento ante los problemas que encuentra su misión salvadora en cada mo mento de la historia» (Estadio Olímpico, II, 1). El análisis de los discursos del Papa sobre la nueva evangelización nos inclinan a pensar que el gran desafío a la nueva evangelización, en la mente del papa Juan Pablo II, no lo constituyen los «desafíos sociológi cos» (= retos del presente) sino los desafíos históricos , es decir, la historia de la primera evangelización82. ¿Qué significa la aculturación previa a la inculturación del evangelio? Entendemos por aculturación el proceso que experimenta una cultura cuando entra en contacto con otras culturas, se adapta a ellas y asimila elementos de las mismas a partir de sus propios modelos. Aplicamos aquí el concepto de aculturación a los distintos elementos culturales adheridos al evangelio a lo largo de la historia de su constante inculturación. Dichas adherencias han hecho pasar por evangelio muchos elementos culturales que nada tuvieron que ver, y nada tienen que ver, con el evangelio mismo. Se han convertido en una impurificación del evangelio , de la que es urgente prescindir, devolviendo al evangelio su pureza original. En lugar de sentirse inmersa en el proceso iniciado por el Espíritu para llevarla a «la verdad completa» (Jn 16, 13) la Iglesia se ha sentido, entonces y ahora, en la posesión absoluta de la verdad. Sólo la humildad exigida por el desbordante misterio de Dios y de su revelación puede curar esta auto suficiencia. Como consecuencia de la convicción mencionada surgió la satanización de otras religiones, aztezas, incas... En lugar de descubrir las semina Verbi, debían ser destruida toda aquella idolatría. Pablo de Tarsso tuvo más tacto al anunciar el único señorío de Cristo. No le importa mucho que sean reconocidos como «señores» aquellos que eran considerados como tales por los receptores del evangelio, como los Principados, Potestades, Domi naciones de este mundo tenebroso, los Espíritus del Mal que están en las 82. R. D. GARCÍA, La «primera evangelización y sus lecturas», desafíos a la «nueva evange lización», en Teología 1990-92, 115. La revista le dedica el número In Memoriam. Rubén Darío García, S.D.B., falleció el 2 de abril de 1990.
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