PS_NyG_1994v041n001p0007_0102
EL ANUNCIO DEL EVANGELIO 45 Estas realidades vivenciales de la Iglesia en modo alguno serían posibles sin la presencia operante del Espíritu. El Espíritu Santo ha llegado antes que el misionero. También en la cultura atea, agnóstica, secularista el Espí ritu Santo está actuando. El lleva la historia hacia adelante, hacia el Reino de Dios, de las formas más imprevisibles. La Iglesia no tiene una misión, sino que participa de la misión de Jesucristo y del Espíritu77. El Espíritu es el principio de la trascendencia viva. El Espíritu se revela en la dimensión imperecedera del ser humano, de apelación al Infinito y de la vida eterna. El Espíritu instaura la ruptura institucional e introduce lo nuevo. Toda institución, incluida la eclesial y eclesiástica, tiende a conformarse y organi zarse en términos de poder institucional. El Espíritu es el principio de actualización-traducción del mensaje de Jesús; es el continuador de Jesús (Jn 14, 26; 16, 13-14). La adaptación del evangelio, en lo posible, a la capacidad de todos y a las exigencias de los sabios (GS 44) se hará posible gracias al soplo del Espíritu. El Espíritu como principio de liberación de los oprimidos. Donde está el Espíritu del Señor allí está la libertad (2 Cor 3, 17). Esta es un don del Espíritu para quienes luchan contra cualquier tipo de opresión78. Aculturación previa a la inculturación del evangelio En la exhortación apostólica EN Pablo VI tuvo la valentía de anunciar oficialmente la ruptura entre la fe y la cultura: «La ruptura entre evangelio y cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo, como lo fue también en otras épocas. De ahí que haya que hacer todos los esfuerzos con vistas a una evangelización de la cultura, o más exactamente de las culturas. Estas deben ser regeneradas por el encuentro con la Buena Nue va. Pero este encuentro no se llevará a cabo si la Buena Nueva no es proclamada» (EN 20). El Pontífice explicitaba de este modo, siguiendo la línea del Vaticano II, la necesidad de inculturar el evangelio: «La experiencia del pasado, el progreso científico, los tesoros escondi dos en las diversas culturas, permiten conocer más a fondo la naturaleza humana, abren nuevos caminos para la verdad y aprovechan también a la Iglesia. Esta, desde el comienzo de su historia, aprendió a expresar el men saje cristiano con los conceptos y en la lengua de cada pueblo, y procuró ilustrarlo al nivel del saber popular y a las exigencias de los sabios, en 77. J. C. R. GARCÍA P aredes , La identidad de la vida religiosa..., 165. 78. L. B o ff , La nueva evangelización , 122-124.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz