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44 FELIPE F. RAMOS contenido y una expresión pluralista capaz de inspirar nuevas formas de vida cristiana y hasta de espiritualidad74. Desde la exhortación pastoral EN 58, F. Sebastián establece las normas que estas comunidades de base deben tener en cuenta: — que busquen su alimento en la Palabra de Dios y no en las ideo­ logías, — que eviten la crítica sistemática y el distanciamiento afectivo y efec­ tivo de la jerarquía y del resto de la iglesia local, — que no se aislen dentro de ellas mismas, tratando solamente con sus afines, — que no se crean jamás el único camino justo de la Iglesia, — que vivan con espíritu abierto, eclesial, universalista, — que acojan de buen grado, con respeto, humildad y gratitud las diferencias de los demás, las correcciones fraternas, — que participen con entusiasmo en los actos y programas eclesiales junto con los demás hermanos y bajo la dirección de los pastores75. Si las Comunidades Eclesiales de Base son tales están cumpliendo estas «condiciones». Siempre debe tenerse en cuenta, sin embargo, que el punto de referencia, como dijimos más arriba, no es la Iglesia-sociedad, sino el Reino. La eclesialidad de las Comunidades Eclesiales de Base se pone de mani­ fiesto en los cuatro puntos siguientes: su f e preciosa , en referencia a la Palabra de Dios, a la práctica de Jesús y a la confianza en la impetuosa fuerza del Espíritu. Una fe que lleva al compromiso de la liberación de todo el hombre y de todos los hombres, empezando por los que objetiva­ mente están más oprimidos en nuestra sociedad capitalista; las celebracio­ nes de la f e , que acentúan la práctica emocionada del perdón real y la mística de la resistencia y del compromiso (es inevitable pensar en las comunidades cristianas subyacentes en los relatos del Apocalipsis, marca­ das por la permanencia en la fe a pesar de las persecuciones); la comunión- koinonía , en la que la Iglesia-toda-Pueblo de Dios, se siente contagiada por un fraternalismo evangélico que se expresa en la complementariedad de funciones y en la superación de la rígida división eclesiástica del trabajo; el último elemento lo constituye la misión y el servicio a los hombres en el mundo. Si Jesús es el Enviado, su Iglesia es inimaginable sin la misión76. 74. A. SALAS, Inculturación y liberación , 135-136. 75. F. SEBASTIÁN, En qué consiste la nueva evangelización , 131. 76. L. B o ff , Y la Iglesia se hizo pueblo. «Eclesiogénesis»y 112-114.

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