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EL ANUNCIO DEL EVANGELIO 9 los caminos trillados que no ofrecen el más mínimo síntoma de novedad. Comienza con este párrafo: «Evangelizar es, inicialmente, anunciar el Evangelio de Jesús; es decir, anunciar a la gente de manera comprensible y creíble lo que Jesucristo nos comunicó acerca del ser íntimo de Dios, de su relación de amor con nosotros y de lo que todo ello tiene que ver con nuestra forma y nuestras posibilidades de existencia humana»5. ¡Eso es lo que han hecho siempre todos los evangelizadores! Después camina, con la competencia habitual en él, por el campo de la evangelización como trans­ formación real de la cultura y justifica el calificativo «nueva» desde la unidad entre evangelización y ciclos culturales6. El texto del Papa, que acabamos de citar, no necesita comentario o exigiría un análisis muy amplio y detallado sobre la teoría que en él se presupone. Quedarse a nivel de puros principios y lanzar interrogantes no es la mejor manera de estimular el comienzo de algo sobre lo que no tenemos ideas claras. Con mayor objetividad, humildad y tiento , otros autores comienzan re­ conociendo que toda evangelización es «nueva»; toda evangelización impli­ ca necesariamente una «novedad». De lo contrario no sería evangelización. La evangelización es «nueva» por las situaciones existenciales nuevas; por­ que el evangelio sólo lo es actualizado; porque aparecen nuevos interrogan­ tes en el horizonte; por las exigencias de liberación que pesan sobre la humanidad; por el compromiso en relación con la liberación integral del hombre y de todos los hombres; por la superación de los viejos moldes de evangelización; por la necesidad de abrir caminos a una praxis liberadora. La «novedad» debe buscarse, sobre todo, según el autor que citamos7, en unos postulados teológicos: la naturaleza esencialmente misionera de la Iglesia. Es necesario superar el eclesiocentrismo y convertirse en signo y agente de la presencia del Reino de Dios. Debe recuperarse la prioridad del anuncio kerigmático como primer paso hacia la construcción de la comunidad cristiana. Las liberaciones históricas son mediaciones de la salvación cristiana. Ellas son signos visibles que verifican y hacen creíble la evangelización. Desde las reflexiones sobre el Documento sobre Pastoral Indígena (DPI), y desde una crítica sin reservas a la celebración del quinto centena­ rio, R. M. Grácio acepta una alternativa evangelizadora, minoritaria pero profètica, frente a la primera evangelización legitimadora del proyecto 5. F. SEBASTIÁN, En qué comiste la nueva evangelización , 107. 6. F. SEBASTIÁN, En qué consiste la nueva evangelización , 108-114. 7. F. M. DíEZ, La «nueva» evangelización: ¿restauración o alternativa?, en Inculturación y nueva evangelización , Salamanca 1991, 162-168.

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