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EL ANUNCIO DEL EVANGELIO 35 dejar de ser Pueblo de Dios, y el resto de Israel, capaz de renovar y conver­ tir a la mayoría, porque la continuaba considerando como Pueblo de Dios, para quien no quedaba rota la fidelidad y la alianza de Yahvé. Desde el punto de vista humano y evangélico, tenemos que afirmar que la vanguardia de la humanidad se encuentra donde se acumulan los pobres, los débiles, las víctimas y los oprimidos por la sociedad, los que no pueden defenderse de las agresiones porque ambientalmente se les priva de su voz o porque todavía no tienen voz. Es en este inmenso sector donde se concentra el clamor por un mundo más humano, más justo y más solidario. Ahí es donde se generan los movimientos de salvación y de libe­ ración, tan frecuentemente sofocados o reprimidos. Ahí es donde se mues­ tra, desde los tiempos de Egipto, el Dios de la Revelación, y donde se encarnó y situó el mismo Jesús, el hombre nuevo, promotor de una huma­ nidad nueva57. Evangelizar no es crear por todas partes «sucursales» de la Iglesia ofi- cial-occidental-europea, sino iglesias locales, autóctonas, encarnadas real­ mente en su contexto socio-cultural: una Iglesia única en la diversidad, inculturada y en comunión con los hombres concretos que aquí y ahora constituyen la comunidad de creyentes, abierta a sus gozos y sufrimientos, compartiendo su proyecto histórico, capaz de vivir, celebrar y proclamar la fe en sintonía con la situación, mentalidad y cultura en las que se implan­ ta como sacramento universal de salvación. Una fe que no se hace cultura es una fe que no ha sido plenamente recibida, no enteramente pensada, no fielmente vivida (la frase es de Juan Pablo II en una Carta autógrafa dirigida al Card. Casaroli (20-V-1982), por medio de la cual se crea el «Pontificio Consejo para la Cultura»). Una Iglesia, en consecuencia, que no esté realmente encarnada e inculturada es una Iglesia que no ha llegado a su plenitud, que no ha encontrado su identidad, que no puede cumplir fielmente su misión evangelizadora, que está aún muy lejos de aquella actitud de Pablo —judío con los judíos, griego, con los griegos, para poder ofrecer la salvación a todos (1 Cor 9, 19ss)— que es básica en la evangelización58. Desde la necesidad que tiene la Iglesia de ser evangelizada se impone el caminar hacia una Iglesia de rasgos mestizos. Debe ser evangelizada por aquellos a quienes ella pretende evangelizar: en nuestro caso, los negros, los indios, las mujeres y las culturas presentes en nuestro continente, pues 57. A. GONZÁLEZ D orado , Cuatro motivos para una nueva evangelización de cara al año 2000, 76-77. 58. M. A. K eller , Evangelización e inculturación, 103-104.

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