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EL ANUNCIO DEL EVANGELIO 23 forma similar, debe afirmarse lo mismo sobre las distintas religiones. Si la evangelización cristiana les ofrece la plenitud, debe estar convencida de no partir de cero en su anuncio. Todas ellas pueden ser vistas, por tanto, como una especie de Antiguo Testamento. Y por estar habitadas por el Verbo eterno, contienen ya la sustancia del Nuevo Testamento. Debemos propi­ ciar el que los indios y los negros hagan a su manera la experiencia bíblica. En este sentido, por ejemplo, el Génesis es el fruto del diálogo y la asimi­ lación de los mitos medio-orientales de la creación por parte de la fe mono­ teísta judía. Los judíos no rechazaron lo que se encontraron, sino que filtraron todos los datos a la luz de la fe en un único Dios creador. Y algo parecido ocurrió con la literatura bíblica sapiencial, de influencia egipcia y mesopotámica. Pues, del mismo modo, los indios y negros que se adhieren a Cristo deben poder realizar su propia síntesis a partir de la fe y los elementos de sus respectivas culturas32. La evangelización cristiana debe reconocer y asumir la revelación divina y la presencia de la experiencia religiosa, de las «semillas del Verbo» en las diversas culturas33. La evangelización no tiene por objetivo «representar a Cristo con un rostro indígena, sino descubrir al mismo Cristo de la historia presente ya en el corazón de la vida y de la mística de los pueblos indígenas. La vida y la experiencia de los pueblos no son puro barbecho; caminan ya en los brazos de Dios y en su dinamismo anidan ya la verdad y el amor (EN 76; DPI I II, 2.2-1; GS 2 )34. Este planteamiento nuevo del problema implica reconocer que todo lo que hay de bueno en el corazón y en la cultura de los pueblos debe ser gozosamente descubierto y respetado en la evangelización misionera como preparación al evangelio y auténticas semillas del Verbo. Y que «la Iglesia, enviada a todos los pueblos sin distinción de épocas ni regiones, no está ligada de manera exclusiva e indisoluble a raza o nación alguna, a algún sistema particular de vida, a costumbre alguna antigua o reciente. Fiel a su propia tradición y consciente a la vez de la universalidad de su misión, puede entrar en comunión con las diversas formas de cultura; comunión que enriquece al mismo tiempo a la propia Iglesia y a las diferentes cultu­ ras» (GS 58)35. 32. L. Boff, La nueva evangelización , 108. 33. F. MARTÍNEZ, La «nueva» evangelización: ¿restauración o alternativa ?, en Incultura- ción y nueva evangelización , 172. 34. J. ESPEJA, Recuperar la mística de la misión , en Inculturación y nueva evangelización , 232. 35. M. A. K eller , Evangelización e inculturación. Reto misionero de la Iglesia latinoame­ ricana , en Biblia y fe , 1987, 92.

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