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2 0 FELIPE F. RAMOS que es necesario admitir, uno de los primeros es el de ser tomado en serio, en un nivel que como interlocutor debe ser colocado en plano de igualdad, aún reconociendo que la Buena Nueva de Jesús aporta el sentido último y definitivo a todas las cosas. No cabe la manipulación, ni la conquista, ni la victoria sobre el «otro». Estas son características extrañas a la oferta libre de la Buena Noticia29. El Vaticano II nos presenta la revelación divina como la gesta liberadora de Dios en la historia , generando vida en abundancia y permitiendo la autoentrega del propio Dios a la vida de las personas y a su creación (Dei Verbuni). Esta concepción abrió el cauce a una valoración positiva de la vida de la humanidad, empapada de gracia y de pecado, pero con la victo­ ria final garantizada para la gracia ( Gaudium et Spes GS). Se requiere un esfuerzo permanente para el mejor conocimiento posi­ ble de la realidad y la adaptación dinámica, nueva, atractiva, consciente y seria del mensaje a aquellos a los que hoy va destinado. El hombre nuevo, que es el objetivo de la revelación divina, surgirá como el resultado de la unión armoniosa entre el mensaje cristiano y su destinatario de hoy. No basta con progagar el mensaje tal como fue codificado una vez en la his­ toria. La mera repetición del pasado, aunque sea por exigencias mal enten­ didas de fidelidad, puede tergiversar la revelación divina, por impedirla hablar a las personas en las que Dios piensa siempre. En cada momento debe analizarse la realidad, las propias búsquedas, situaciones sociales e histórico-culturales, para que la revelación divina pueda proyectar su luz sobre ellas. Las «Semina Verbi» El hombre nunca debe pretender tomar la delantera a Dios. La historia de la salvación nos demuestra que siempre tiene él la iniciativa. Y ésta entró en acción mucho antes del tiempo consignado en nuestros libros sagrados. Por consiguiente, la múltiple manifestación divina no ha sido recogida en exclusiva en ningún código normativo de conducta ni en nin­ guna historia por muy sagrada que se la considere. Desde el momento en que Pablo rompió el particularismo judío que lo encorsetaba férreamente, recoge la realidad que estamos apuntando: ...todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo esto tenedlo en cuenta (Fil 4, 8). Pablo se refiere 29 . J. BOSCH, Evangelización y encuentro con «el otro», en Inculturación y nueva evange- lización , 196 .

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