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PRESENCIA DE DIONISIO AREOPAGITA... 327 vía volitiva y amorosa que, como efecto secundario produce en la mente humana un saber «a modo de no saber» que supera todo conocimiento21. En conformidad con la exposición realizada en estos dos autores fran­ ciscanos, todo en ellos parece conducir a la afirmación de que el término y el objeto de la experiencia mística unitiva es la «esencia inaccesible de la Divinidad». Su Ser Simplicísimo. El misterio trinitario se diluye en esta experiencia, en tanto en cuanto queda coimplicado en la Divinidad Inefa­ ble. Y la Persona de Cristo se convierte más que en «centro» de la vida espiritual, en camino y medio. Camino y medio hacia la Luz Infinita de Dios que se trueca en Tiniebla cegadora para los ojos del alma contempla­ tiva. Esta visión franciscana se encuentra, así, más vecina al teocentrismo de Oriente, defendido por W. Lossky en su interpretación de Dionisio Areopagita, que el tan puesto de relieve «cristocentrismo latino». Al finalizar este estudio, no puedo por menos, según lo señalado últi­ mamente, a modo de conclusión, subrayar tres hechos. El primero es el de la indudable influencia ejercida por el Pseudo-Dionisio en la espiritualidad mística de nuestro siglo de oro, no investigada todavía suficientemente. El segundo es el que pone de relieve, en los autores franciscanos, una expe­ riencia mística que termina en la misma Esencia Divina, considerada más allá de las Distinciones y Uniones Hipostáticas, que pertenencen a la teolo­ gía catafática, según el Areopagita. Y el tercero es el que obligaría, si se acepta la conclusión anterior, a realizar una relectura del «cristocentrismo franciscano» en la que se resaltase su función mediadora hacia la ubicación del alma en el «centro» de la Divinidad. La escuela mística franciscana más que «cristocéntrica» sería en sus autores místicos «teocéntrica». Vicente MuÑlZ R odríguez 21. O. c.y pp. 256, 268, 320, 323 y todo el capítulo IX de la tercera parte.

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