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324 VICENTE MUÑIZ RODRIGUEZ o santo Tomás. Es la idea previa que el teólogo tiene de Dios la que determina el lugar que su inefabilidad ocupa más allá de lo catafático y apofático. El Inefable del CD es el Dios oculto y anónimo paulino. Y la unión con El la realiza el alma volitivamente, sobrepasando toda ignorancia y todo conocimiento. El resultado, en la dimensión epistemológica, es una suerte de «docto no saber». Se parte de lo catafático, de toda manifestación que Dios haya hecho al hombre de su divina esencia. Y se sigue por el camino de la negación de lo catafático. Negación que es, a su vez, superada en sus fronteras por la experiencia unitiva directa del alma con Dios. En esta experiencia el hombre goza de Dios, en cuanto Este se ubica más allá del ser, de la unidad y de la Santa Trinidad. No puede olvidarse que en el CD el misterio trinitario pertenece a la teología catafática. Pero ¿qué exce dente sobrenatural permanece más allá de la vía positiva y negativa de la divinidad? No extraña, aquí, que el Areopagita hable de una sabiduría secretísima concedida por Dios a quien quiere y como quiere y que se obtiene sólo por amor. Hasta este momento, la descripción resumida de la mística pseudo-dionisiana. Los místicos españoles verificaron en sus propias vidas esta doctrina espiritual areopagita y la expresaron en sus escritos, dentro de lo que cabe y es posible al discurso racional humano, con resultados diferentes. Así, mientras que en el P. Osuna y en Fr. Bernardino de Laredo se alcanza a Dios en la oración contemplativa de quietud o recogimiento, prescindiendo el alma de toda consideración acerca de lo creado e increado, en san Juan de la Cruz y en santa Teresa se accede a la Divinidad en una experiencia mística puramente trinitaria. El P. Francisco de Osuna, para conseguir la unión con Dios, propone tres clases de ejercicios que corresponden a las tres clases de oración: vocal, contemplativa y de recogimiento. A la oración vocal competen ejer cicios de índole corporal, como son las penitencias y mortificaciones. Los que se inician en la vida espiritual son sus ejercitantes más numerosos. La oración contemplativa incluye, como acto más característico, la meditación en la que se representa de manera particular la humanidad y la pasión de Jesús. En este estado de oración hay que ubicar a las almas ya iniciadas en la vida cristiana, en la que progresan merced a la gracia de Dios y a la industria y esfuerzo propios. Por último, el ápice de la unión se encuentra en la oración de recogimiento, que responde a los afectos y amores de la voluntad. Es actividad espiritual que pertenece a los hombres perfectos. El alma trata, aquí, de unirse a Dios directamente , sin mediación de imagen o representación creada alguna. Lo esencial de la oración de recogimiento es
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