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EL MISTERIO DEL ORIGEN DEL «VERBO» EN E. NICOL 305 Y este mismo misterio se manifiesta en la muerte del hombre, porque del cuerpo (que en este caso es lo mismo que materia) sale la voz y la muerte confirma lo enigmático y misterioso de la vida al apagar la voz y quedar sólo la materia, «primero conservando como cadáver la forma ex­ terna del que ya se fue, luego como polvo, lo que somos y seremos» 42. El punto en que materia y verbo se conjugan es el hombre. Y E. Nicol quiere ver en el tradicional y secular planteamiento de la dualidad humana, alma-cuerpo, una variante histórica del problema primero: el origen del verbo43. En su intento de iluminar el misterio, de desvanecer su niebla, E. Nicol recurre al término «metamorfosis»44, transformación. Tal término supone que todo ser tiene su propia forma o morphé, entendida esta en una doble dimensión: a) Configuración palpable, visible, sensible, de la cosa que es el atribu­ to externo; b) Forma interna constitutiva, esencial o sustancial, inalterable. Esta forma es la mismidad45. De la explicación y comprensión de la «forma» se sigue, por un lado, la repugnancia de que el verbo emane de la materia y, por otro, que la materia siga siendo necesaria para que el verbo se produzca. Por imposible que pueda parecer o inexplicable, lo cierto es que «la existencia patente del verbo indica que en un momento (cuando comenzó el tiempo) se produjo una metamorfosis de magnitud cósmica: una metábasis eis alio génos» 46. cual indica que ya no es pura materia, sino una materia que está, por así decirlo, en espera de la palabra. La palabra llegará de afuera... y así se invierte la dirección del nacimiento originario: no de la materia al logos, sino del logos a la materia. Desde que fue creado, el logos existe como procreador» (p. 264). 42. FH 39. Cfr. también 67. En Crítica de la razón simbólica (México 1982) E. Nicol habla del misterio de una «materia que se queda, cuando la palabra se va». 43. En FH 8 define al hombre como «un compuesto de materia muda y de verbo inmaterial». Sobre el problema del cuerpo-alma, con una especial referencia a Descartes, cfr. FH 36-37, 40-41, 67; Id., Crítica de la razón simbólica, México 1982, 262-263. 44. Escribimos metamorfosis manteniendo el acento tal como escribe E. Nicol en virtud de la razón que aduce en las pp. 41-42 de FH. Pueden verse otras precisiones en E. NlCOL, La agonía de Proteo, México 1981, 33ss. 45. «La materia no se convierte en verbo, cuando este nace. El verbo no es materia convertida; la materia no se convierte en otra cosa. Aquello que es la cosa, o sea, su forma o esencia, tiene que seguir siendo lo mismo para siempre. La forma es la mismidad. En la forma están incluidos todos los rasgos o caracteres; ahí están, definidas y limitadas, todas las posibilidades del ser en su existencia real. Conocer la forma es saber lo que la cosa puede hacer, o lo que nosotros podemos hacer con ella; aquello para que sirve y lo que puede obtenerse de ella. A la definición esencial de la materia repugna la idea de que se convierta en verbo, de que el verbo emane de ella, y sobre todo, de que se requiera la materia para que el verbo pueda seguir produciéndose» (FH 42-43). 46. FH 45. Cfr. también 38-39, 41-44. 10

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