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EL MISTERIO DEL ORIGEN DEL «VERBO» EN E. NICOL 299 b) La existencia, con todo, de un jerarquía ontològica en la que el hombre por lo que hace, «la palabra, el verbo, el logos»6, es intrínsecamen­ te sublime. He aquí algunas de sus palabras: «El hombre en tanto que es el ser de la palabra, es el ser de todo ser. el ser literalmente onto-lógico. Aquí, dentro del universo, por así decirlo, no hay otro ser que se le compare. En este sentido es mayor que todo lo que existe... Todos los seres son iguales, en cuanto al ser. La jerarquía existe sólo porque existe el verbo. En el universo... hay el verbo y lo de­ más... El verbo es sublime en sí... Tenemos en el universo el ser que habla y el ser que no puede hablar; el ser que comunica y el que se comunica»7. La investigación de E. Nicol sobre esta sublimidad del verbo parece decepcionante por las conclusiones a las que llega, de cierto desencanto racional, al no poder establecerse una explicación racional del origen de tal división ontologica ni del mismo origen del verbo. Estas son algunas de sus palabras: «Es posible un conocimiento científico de todas las cosas que podamos descubrir en el universo. Pero del verbo no cabe una ciencia: de su ser, de su origen, de su distinción con lo otro»8. «Lo cual es extraordinario, por la magnitud ontologica que desde luego debemos atribuir al verbo, y a la vez porque ese verbo, que da razón de todo, no sea capaz de dar razón de su propio nacimiento»9. «Porque reconocer y mostrar que el origen del verbo es un misterio es una verdadera claudicación de la razón. Es la negación de su poder»10. En esta misma línea de incapacidad racional de explicación se encuen­ tra la calificación de «milagroso» y de «misterio» que da al origen del verbo. Milagroso, no porque Eduardo Nicol recurra a explicación alguna sobrenatural, sino «como equivalente de prodigioso, con un señalado matiz de misterioso o enigmático; lo cual no aclara nada, pero sirve para realzar un modo especial de lo extraordinario» n. Misterioso, porque «el origen 6. FH 41. 7. FH 22-22. Para otros detalles sobre el ser que comunica, cfr. M. GONZÁLEZ GARCÍA, o. c., 196-202. 8. FH 22. Para una determinación exacta de qué sea el conocimiento científico en E. Nicol, cfr. M. G o n z á le z G a rc ía , o . c., 146. 9. FH 37. 10. FH 38. 11. FH 36. El aspecto misterioso del verbo no está sólo en su origen, sino en cada acto de habla: «Cada hombre que nace reproduce aquel momento: la materia orgánica aprende a hablar. En el caso imaginario de que no recibiera una enseñanza «lógica», el niño podría vivir, pero como un simple animal y sin misterio. La existencia del ser que adquiere el logos es enigma viviente. La muerte confirma lo enigmático de esa vida: la voz se apaga y entonces queda la materia sola. El logos es ontològicamente misterio» (FH 67).

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