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EL MISTERIO DEL ORIGEN DEL «VERBO» EN E. NICOL 313 Con el segundo nacimiento el verbo humano se hace ambiguo, llenó estados graduales de civilización, se hizo refinado. Entonces se manifiesta y expresa visiblemente la estructura esencial dialéctica de la dualidad, en la que bondad y maldad aparecen sin orden o cálculo prestablecido. En última instancia, la dialéctica del verbo hay que atribuírsela al hombre: «Con la dialéctica ...el hombre confiesa su imperfección. Imperfección que es moral, pero ante todo ontològica... El caso es que el hombre no puede ser esto solamente, o solamente aquello, o lo de más allá. Tiene que ser esto y aquello al mismo tiempo. Lo alto y lo bajo, lo puro y lo impuro, lo bueno y lo malo, lo hermoso y lo feo, lo noble y lo vil. Todo junto, todo siempre posible; cada cosa siempre al borde de su contraria. Y no por predeterminación natural, pues esos contrarios son creaciones suyas. La contradicción es la condena del ser libre»78. Dentro de la dimensión moral y antropológica del verbo hay que recor­ dar también unas palabras de E. Nicol por lo que pueden tener de testimo­ nio personal en favor de su lengua materna. Para comprenderlo, hay que partir de los presupuestos de toda su obra: el hombre como ser de la expresión, la maldad que supone el odio hacia el otro al suprimir o perse­ guir su expresión, desvío del odio a las personas dirigiéndolo hacia lo que es el alma de los hombres: su lengua, resaltando la dimensión metafísica u ontologica de tal odio. Podríamos recoger bastantes frases de Educardo Nicol relacionando la lengua y el alma o el ser del hombre. Basten de ejemplo las siguientes: «Las lenguas distintas son maneras distintas de ser hombre»79. «Cada cultura crea su lengua; o mejor: cada lengua crea su cultura»80. «Antes de la época moderna, el hombre no había sufrido, que yo sepa, esa terrible dolencia que es el odio a la palabra ajena; no por lo que en ella dice el otro, sino porque es ajena, y como tal diferente; porque es la pala­ bra del otro, y esta alteridad es una amenaza a la superioridad propia81. Hablando del odio contra el verbo afirma: «Se puede decir con pro­ piedad que es un odio metafisico; precisamente ontològico. Un odio al ser del otro, porque él es como es... Así también el noble orgullo de hablar la 78. FH 178. 79. FH 66. 80. Ibid. 81. FH 179. Concretando un poco más escribe: «El odio a la independencia es el sufri­ miento del pobre conquistador, dominador, avasallador. Y si no hay manera, para desahogar esa pasión, de matar a todos los que hablan diferente, sólo porque ellos hablan a su modo, se busca la manera de matar su lengua, que es un modo de arrebatarles el alma en vida. El odio a una lengua es el odio al alma ajena» (FH 180).

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