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TEOLOGIA DE LA NIÑEZ 295 En síntesis, podemos decir que la situación de los niños manifiesta aspectos esenciales del discípulo de Cristo: inocencia, sencillez, veracidad, humildad, pureza, amor, esperanza de futuro. Otros aspectos de la infan­ cia, credulidad ingenua, ausencia de capacidad crítica... deben ser supera­ dos. De ahí que hayamos de lograr una complementación asumiendo lo positivo de la niñez y lo positivo de la edad madura. Un rasgo fundamental de la nueva creación es esta capacidad de mino­ ridad, de no pretender la vana suficiencia del primer puesto, sino de buscar el último lugar (Le 14, 7-11). De lo que no cabe duda es la estrecha relación que existe entre los niños y los pobres. Pobreza y humildad se dan la mano. San Francisco de Asís en su saludo a las virtudes, se expresa así: «¡Señora santa pobreza, el Señor te salve con tu hermana la santa humildad!... La santa pobreza confunde la codicia, y la avaricia, y las preocupaciones de este siglo. La santa humildad confunde la soberbia y a todos los mundanos y todo lo mundano»6. Así como la opción por lo pobres es solidaridad con ellos en contra de la pobreza, igualmente la infancia espiritual es luchar contra el infantilis­ mo para lograr la edad adulta, pero conservando todas las virtualidades del ser como niño. La infancia espiritual es clave en el evangelio, porque viene a ser la postura de quien acepta la filiación divina y se compromete a realizar y vivir la fraternidad con todos. «Esta actitud ante el Señor y los hermanos es la que se requiere para entrar en el mundo del pobre. Es más, es una condición ineludible para esa solidaridad. Sólo haciéndose niño se entrará en el Reino de los cielos (Mt 18, 3). Esa infancia espiritual se requiere igualmente para entrar en el mundo del pobre. De ese pobre que es precisamente el predilecto del Dios del reino... Sólo se vive el desapego a los bienes de este mundo (lo que representa un aspecto de la pobreza espiritual) en la inserción en medio de la pobreza. Percepción que sigue siendo válida, por cierto; pero a ella se añade otra más honda aún: sólo desde la infancia espiritual es posible comprometerse verdaderamente con los pobres y oprimidos»7. Pobres y niños, anverso y reverso de la Buena Noticia. Pobreza de espíritu e infancia espiritual, desafíos para una espiritualidad auténtica­ mente cristiana. 6. FRANCISCO DE A sís, Escritos, biografías, documentos , Madrid 1978, 47. 7. G . GUTIÉRREZ, Beber en su propio pozo , Salamanca 1984, 165.

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