PS_NyG_1993v040n002p0265_0285

272 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA Estos datos epocales señalan el clima en que se verifica el descubri­ miento de América. Con esto de advertir: que en Cristóbal Colón, máximo agente del mismo, tan sólo de las tres causas señaladas actúa eficazmente la primera: la comercial . Cristiano de fe ardiente, se entusiasmó ante su obra hasta la exaltación profètica. Pero al presentar su proyecto a los Reyes Católicos, el tema consistía en si era viable y rentable «el camino de las especierías». Al campamento de Santa Fe, tres meses después de la entrada de los Reyes en Granada, va Colón para firmar las capitulaciones, abril de 1492. En ellas sólo se habla de comercio y de negocio. Y de los privilegios de que Colón gozaría en caso de descubrirse las supuestas tierras de las «especias». Extractamos algunas cláusulas de las capitulaciones de Santa Fe, por respaldar ellas el juicio que terminamos de emitir: —Se otorga el título de Almirante de todas las islas y tierras firmes que se han descubierto y que se descubran en adelante—... El derecho a un décimo de las riquezas de cualquier tipo (perlas, oro, especias...) que se hallasen, adquiriesen, o gana­ sen dentro de la jurisdicción del Almirantazgo...»11. Recuerde el lector la descripción anteriormente acotada de Marco Polo sobre la isla de Cipango y advertirá una coincidencia entre aquella descripción y la preocupación de Colón por el oro, perlas... Con excesivo espíritu comercial, pero no sin fundamento, juzga las capitulaciones de Santa Fe B. Céspedes del Castillo, al afirmar que Colón y los reyes formaron una especie de empresa comer­ cial, de la que los reyes serían los capitalistas y Colón el socio industrial12. Apena que con este realismo económico se interpreten convenciones de tanta significación histórica. Pero este realismo es un reclamo a los historiadores que en aquellos momentos históricos lamentan la ausencia de preocupaciones misioneras. En uno de ellos, G. Gutiérrez leemos: «En Santa Fe, en abril de 1492, Colón firma con los reyes de España una capitulación que, además de honores y privilegios, le asegura una décima de las “perlas, piedras preciosas, oro, plata, especiería y otras cualesquiera cosas y mercaderías de cualquier especie” que se hallaren en las tierras que se descubrieren y ganaren. Como dice sin ambages M. Giménez Fernán­ dez, se trataba para Colón como para el rey Fernando de una empresa pura y simplemente económica, donde no rebuscaban almas que convertir ni el camino para rescatar los Santos Lugares, como las necesidades políti- 11. Podemos leer muy a mano el texto de estas capitulaciones y el albuerque corrieron en B. F ernández H errero , La utopía de América. Teoría. Leyes. Experimentos , Barcelona 1992, 143-144. 12. B. CESEDES DEL CASTILLO, América Hispánica , en Historia de España , Barcelona 1983, IV, 64.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz