PS_NyG_1993v040n002p0265_0285

270 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA llegar a las Canarias. Pero no regresaron. En 1336 Lanzarotto Malocello llega a estas islas y da el nombre a una de ellas. A su vez la historia constata que la primera expedición portuguesa de 1341 llevaba consigo barcos y tripulación genoveses. Juzgamos este hecho histórico de gran in­ flujo en el planteamiento y en la solución del descubrimiento de América, dado que Colón vivió en este clima, tanto en Génova como en Portugal, muy abierto al comercio marítimo7. Con el siglo XV entramos en el gran siglo portugués de la historia euro­ pea. Lo inicia esta nación con la conquista de Ceuta y lo culmina con la llegada de Vasco de Gama a la India en 1498. Entre una fecha y otra Portugal realiza la gran proeza histórica, cantada épicamente por L. Ca- móes en Oí Lusiadas. Si ahora investigamos las causas que motivaron este desbordamiento del pequeño Portugal por tan inmensas tierras, podemos alegar, al margen de otras menos importantes, estas tres primarias: el interés comercial; la lucha contra los musulmanes; la extensión del Evangelio. Difícil determi­ nar su prevalencia. Pero interesa sobremanera señalar el enmarque históri­ co de cada una8. La segunda causa, la lucha contea el islam, hoy nos viene muy a trasma­ no. Pero en la segunda mitad del siglo XV ocupaba un primer plano en las preocupaciones de las naciones mediterráneas. Ya dijimos que el imperio turco se apoderó de los países por donde las caravanas comerciales de las ciudades italianas iban al Oriente. Hecho tan grave obligó a buscar nuevas rutas. Pero este hecho tuvo efectos más graves en el aspecto político-reli­ gioso, cuando en 1453 Constantinopla es conquistada por los turcos. Euro­ pa parecía indefensa ante la invasión otomana. Los Papas, especialmente el español, Calixto III, sienten el peligro y hacen un llamamiento a las naciones cristianas para que detengan peligro tan inminente. En este enmarque histórico se hace muy inteligible la acción militar portuguesa en Africa. Si por una parte se la considera prolongación de su lucha contra el moro en la península, por otra quiere contribuir a la defen­ sa de la Cristiandad, arrebatando a los musulmanes sus tierras del Africa. Portugal quería ir bordeando la costa africana hasta darse la mano con el famoso y misterioso Preste Juan —del que habla Marco Polo en sus rela­ tos—, cuyo imperio cristiano, de espaldas al del turco, podía formar con 7. Me remito al resumen histórico de F. P ére Z-E mbid , Descubrimientos geográficos , en Enciclop.Rialp 7, 572-592. 8. Señala con mucha precisión estas causas F. J. MONTALBAN, Historia de las Misiones , 2.a ed., corregida por L. Lopetegui, Bilbao 1952, 248-250.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz