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2 6 6 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA Tres palabras podrían calificar estas tres diferentes colonizaciones: im­ plantación , para la fenicia; transferencia , para la griega; transformación , para la romana. Por lo que toca a la primera, pese a la gran deuda cultural que tenemos con los fenicios por su influjo en los orígenes y vigencia de nuestro alfabeto, advierten de común acuerdo los historiadores que su obra fue primariamen­ te comercial. Para tener puntos de apoyo y de refugio en su comercio van fundando factorías a lo largo del Mediterráno y del Atlántico. Nuestra Tar- sis y la ciudad de Gadir (Cádiz) serán su base para lanzarse hasta las islas del estaño, las llamadas Casitérides. Con conciencia de comerciantes se han preocupado exclusivamente de su negocio. Esto se lee de ellos en A. Balles­ teros y Berreta: «Han conquistado el Occidente sin derramamiento de sangre, por el prestigio de su superioridad, por su habilidad de expertos comerciantes, con la paciencia, la astucia, el atractivo de su pacotilla de perfumes, ungüentos, drogas, la magia y demás recursos del hombre civili­ zado, que se imponían con facilidad a las sencillas tribus ibéricas»l. Más de un historiador ha visto en las modernas factorías de Hong-Kong y Macao una réplica de las factorías que los fenicios instalaron a lo largo de los mares que recorrían. Tanto en las factorías antiguas como en las modernas que hemos mentado se trata de una mera implantación —poner la planta —, para obtener provecho de esta postura estratégicamente geográfica. Muy otra es la colonización griega, no obstante tenga en ocasiones mucho de parecido con la fenicia. Mas si recordamos las florecientes colo­ nias del Asia Menor, con ciudades como Mileto, Esmirna, Efeso, etc., ad­ vertimos luego que en esta ocasión no se trata de implantarse en aquellas regiones a beneficio de la metrópoli, sino que tiene lugar un hecho mucho más importante: la transferencia de excelsos valores de la cultura patria, que expande su radio vital en sus colonias. Que genios tan helenos y tan preclatos como Homero y Heródoto hayan nacido en estas colonias, fue un gloria para las mismas y muestra de lo fecunda que era la madre. Y lo que es muy de notar: el saber más alto y reflexivo, la filosofía, tiene en estas colonias su alba naciente. Tales de Mileto la funda y Heráclito de Efeso la eleva a una primera madurez2. También los griegos, como ya hicieron los fenicios, no entran en lucha con los nativos. Se desentienden más bien de ellos, apodándolos con el 1. A. BALLESTEROS Y B eretta , Historia de España y su influencia en la Hitoria Universal , Barcelona 1953, t. I, 329. 2. J. BURCKHARDT, Historia de la cultura griega , trad. de E. Imaz, Barcelona 1953, 5 vols. En los cinco volúmenes el gran historiador estudia la cultura griega tanto en la metrópoli como en las colonias.

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