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282 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA De seguro que más de un lector habrá evocado en contraste con la obra hispánica la que hemos llamado espléndida colonización de los Estados Unidos. No negamos nuestra admiración hacia la misma. Pero su actitud con el nativo americano fue muy distinta a la española. No tuvo preocupa­ ción humana para con el indio aborigen. Este se ve forzado a irse replegan­ do más y más sobre sus terrenos, implacablemente disminuidos por la agre­ sión invasora de los nuevos emigrantes, oficialmente patrocinados. Por todo lo cual, podemos repetir, ahora de modo muy reflejo, que, si la colonización hispana tuvo un sentido de elevación y transformación de pueblos, la de los Estados Unidos fue una colonización por mero trasvase y transferencia de gentes de diversas naciones europeas. Todos estos emigrantes llevaban con­ sigo los bienes de la civilización en mayor o menor grado. Allí en las colo­ nias, mientras el nativo indio queda marginado, ellos tendrán el apoyo ofi­ cial para su bienestar humano: desde la confortadora casa para atender a la familia hasta el centro universitario donde poder conseguir su pleno desa­ rrollo y madurez. La diferencia que debe señalarse entre la colonización de los Estados Unidos y la colonización hispana es la que tiene lugar entre una transferencia de gentes que son cuidadosamente atendidas en el país donde emigran y una elevación de pueblos aborígenes por la acción lenta y traba­ josa de darles los beneficios de la civilidad y del cristianismo. Ahora, al final de esta reflexión y como marchamo de la misma, viene muy a propósito hacernos cargo del problema moral que en España suscita su obra colonizadora. Este texto de J. A. Maravall pone al vivo tema tan preclaro. «Algo de muy especial, escribe, tiene indudablemente la obra de España en América cuando a ningún otro pueblo, empeñado también en una empresa colonizadora, le preocupó, como al español, el problema de la justicia con que podía considerarse llamado a cumplir esa misión, ni ningún otro tampoco hizo depender tan sincera y decisivamente su actua­ ción colonizadora de la resolución de aquel problema moral y jurídico»30. Comenta este mismo historiador que esta conciencia moral hispánica moti­ va que el gran emperador de las Indias, Carlos V, llegara a la duda de si tenía justo título para poseer aquellas lejanas tierras. «Duda indiana » la llaman hoy los historiadores. Sobre ella hablaron aquí en Salamanca doctos especialistas en un Simposio organizado por la Escuela Española de la Paz , noviembre de 1983. Los estudios publicados exponen el origen y desarro­ llo de esta duda, suscitada por el alto clima de sensibilidad moral que envuelve la obra de España en América31. De tan interesante historia 30 . J. A. M a r a v a ll, Las Indias y la Corona de Castilla , en Estudios de historia del pensa­ miento español , Serie segunda. Epoca del Renacimiento, Madrid 1984, 429. 31. La Etica en la conquista de América , Madrid 1984.

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