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EL DESEO DE DIOS EN LOS ESCOTISTAS DEL SIGLO XVI 245 Más adelante trata brevemente del deseo natural de Dios, como fin sobrenatural. Es un apetito o deseo que se confunde con la misma natura­ leza, de manera que hasta los condenados lo conservan por la simple razón de que no pierden su naturaleza25. Y es respecto de los condenados donde cree tiene aplicación la dificultad de que el apetito natural no puede ser frustrado. Se puede subrayar un matiz interesante: «Et si dicas quod erit frustra, quia appetunt impossibile...». Parece que, según él, la frustración de un apetito natural estaría en refierirse a algo imposible. Por el contrario, para que un apetito natural no sea vano, bastaría su referencia a algo no imposible. Que, evidentemente, no es lo mismo que necesario. Pero esto ya son reflexiones mías. Lebret soluciona la dificultad diciendo que sólo es un apetito frustrado «secundum quid» y no «simpliciter», puesto que no es vano en otros individuos de la especie26. No dice que el apetito no es en vano porque necesariamente se cumple en algunos individuos de la especie, sino porque el objeto de ese apetito no se convierte en imposible en todos los individuos de la misma especie. El hecho de que realmente se cumpla en algunos, sería una confirmación aún más palmaria de que el apetito no es a lo imposible. Con todo, él razona sobre hechos y no se cuida demasiado en precisar los matices con que hoy se colorean nuestras disquisiciones sobre el tema. En la cuestión undécima pretende probar que la beatitud se recibe inmediatamente en el alma, pero que no es, por su naturaleza, suficiente­ mente activa para ver a Dios con la visión beatífica27. La primera parte la funda en la consideración de que si fuera necesario algún intermediario para esa beatitud en calidad de receptivo, la beatitud no se recibiría en la sustancia del alma que, en el caso, no sería ya bienaventurada en sí misma, sino en algo añadido28. Que el alma no es suficientemente activa por sus fuerzas naturales para efectuar la visión clara de Dios, se prueba por la naturaleza del objeto29, que se requiere para la visión y que, por otra 25. «...immo damnati naturaliter beatitudinem appetunt cum ille appetitus seu inclinatio naturalis sit idem cum re cujus est» ( Ibid., q. 9, fol. 185a). 26. «Et si dicas quod erit frustra, quia appetunt impossibile, dico quod erit frustra secundum quid, puta quoad illos: non tamen simpliciter, quia in aliis ejusdem speciei non est frustra» {Ibid., fol. 185b). 27. «Utrum homo ex puris naturalibus possit consequi beatitudinem. Respondeo ad ques- tionem duas conclusiones declarando. Prima est quod natura humana ex puris naturalibus est immediatum susceptivum beatitudinis. Secunda est quod natura humana non est sufficienter activa ex puris naturalibus ad videndum Deum visione beata» {Ibid., q. 11, fol. 185b-c). 28. «Naturae humanae ad hoc ut sit capax beatitudinis non additur aliqua natura ab essentia sua, quia tune natura humana manens eadem natura non beatificaretur nisi per ali- quod accidéntale superadditum» {Ibid., fol. 185c). 29. «...impossibile est intellectum esse causam visionis nisi habeat in se objectum cogni- tum vel aliud in quo eminentius continetur» {Ibid., fol. 185b).

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