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258 BERNARDINO DE ARMELLADA infusa. Esta caridad infusa supone la tendencia recta natural a Dios, de la que es perfección y complemento81. Todo esto indica ya un poco de confusión en la línea escotista de pensamiento, en el sentido de que supone una manifestación elícita natural que, correspondiendo al apetito innato, parece oscurecer en ésta su esen­ cial respecto a Dios visto claramente82. Tratando de la situación de las almas en el limbo habla de una cierta tristeza que sentirán al conocerse aptas para la gloria sobrenatural en virtud del apetito natural que en sí mismas perciben83. Su pensamiento en este punto lo pretende apoyar en san Buenaventura, mientras conscientemente se aparta de Escoto, quien, según testimonio del mismo Ovando, duda en conceder un conocimiento tal a las almas del limbo, ya que para conocer la beatitud de la gloria se necesita la revelación84. En el principio de su libro nos había dicho en cambio: La revelación es necesaria en todo estado, aun en el de inocencia, para saber cómo es el fin al que tenemos que tender, que es D ios85. Ovando es claro en afirmar la gratuidad de la elevación al fin sobrena­ tural: Es imposible, dice, una naturaleza que sólo en vitud de la creación tenga que ser amada por Dios con un amor de aceptación para la vida eterna 86. 15. No faltan en este siglo mentes conciliadoras que no ven tanta diferencia entre las concepciones tomista y escotista sobre la naturaleza del último fin. Uno es Constancio Boccafuoco 87, para quien la beatitud 81. «...nisi naturaliter plus Deum diligerent quam se, naturalis inclinatio non esset recta et per caritatem infusam (quae inclinat plus in Deum quam in se) non perficeretur sed des- trueretur» ( lbid., p. 40). 82. Es oportuno señalar cómo para Rada, contemporáneo de Ovando, la rectitud del apetito elícito no puede atenerse simplemente al apetito natural sino a través de la voluntad de Dios. Cfr. BERNARDINO DE ARMELLADA, D os teólogos franciscanos..., en Rev.Esp.Teol. 19 (1959) 420, notas 164 y 165. 83. «...non eis repraesentabitur adeptio gloriae simpliciter impossibilis, sed supposito peccato. Ergo nollent illud peccatum fuisse, máxime cum scient se naturaliter aptos natos ad beatitudinem... Et sic, ex naturali cognitione beatitudinis et naturali ad eam appetitu trista- buntur, quia sola consideratio rationis non tollit omnino effectum appetitus naturalis, quamvis moderari possit» (OVANDO, lbid ., lib. 2, dist. 33, prop. 6; p. 221). 84. «Ñeque oportet ab eis negare cognitionem naturalem multo excellentiorem quam possit a philosophis haberi in hac vita, imo specialem de beatitudine, ut dicit Bonavent. (1.2, d. 33, q. ult.), quod habebunt cognitionem gloriae et poenam damnatorum. Scotus dubitat de gloria, quia requiritur supernaturalis revelatio. Thomas (q. 5, a. 3, De Malo) negat assertive ab eis cognitionem beatitudinis supernaturalis» {lbid ., p. 221-222). 85. Se prueba la necesidad de la revelación «in omni statu, etiam innocentiae, ut instrue- rentur quomodo esset finis, qui est Deus, adipiscendus» {lbid ., Ex prol., prop. 1; p. 1). 86. «...non potest fieri creatura quae ex sola creatione sit accepta ad vitam aeternam, hoc est, quae sit per naturam cara et dilecta» {lbid ., lib. 2, d. 29; prop. 4; p. 209). 87. Constancio Boccafuoco (t 1595), llamado también Sarnano, fue cardenal. Edita algu­ nas obras de san Buenaventura y de otros autores franciscanos, como Liqueto, Antonio

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