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252 BERNARDINO DE ARMELLADA segundo, beatitud increada, el fin en el cual se descansa54. A qué correspon­ den estos dos fines no podríamos determinarlo ahora con absoluta seguri­ dad. Parecería que el fin extrínseco —o beatitud creada— en el cual se espera y que beatificará mortalmente en la patria, es la realidad sobrenatu­ ral que ya se posee en esta vida mortal y que mediante el mérito nos une con el otro fin increado o intrínseco en el que se halla el reposo. Cuando condena las diversas concepciones filosóficas de los paganos sobre la bea­ titud, concluye que se admite una doble bienaventuranza porque «Dios remunera según los méritos»55. Parece que la doble beatitud consistiría por una parte en los méritos, como fundamento que ya poseemos en la vida mortal; y por otra parte, como complemento esencial, en la remunera­ ción de parte de Dios al entregarse a sí mismo en la visión beatífica. Quizá pudiera considerarse de otro modo la beatitud extrínseca —mortal— como la felicidad accidental que pertenecería principalmente al cuerpo. Lo que no parece viable es la interpretación de considerar la beatitud creada o extrínseca como una felicidad natural completa en sí misma y en alternati­ va con la sobrenatural. Pues el pensamiento realista del autor no se preocu­ pa de estados posibles, cuando describe así la ordenación de la creatura racional a Dios: La suma bondad, queriendo comunicar su bien a otros, creó a creatura racional para que conociera ese bien, conociéndolo lo ama­ ra, amándolo lo poseyera y poseyéndolo fuera bienaventurada56. 9. La importancia que la voluntad de Dios tiene sobre la exigencia primaria de nuestro deseo o apetito natural profundo de unión inmediata y personal con él, se hace patente en la superación del amor de concupis­ cencia con la fuerza del amor puro, tal como lo describe Clemente Dole­ rá51. Según él la gloria divina se manifiesta de modo maravilloso en la donación que Dios hace de sí mismo al alma fiel de manera que ésta solamente en él encuentra su gozo pleno. Pero es tal la pureza del amor a Dios que llena el alma, que, si fuera necesario elegir entre carecer de la 54. «Homo autem qui perfectum esse expectat, duplicem habet finem ultimum: Unum extrinsecum, qui est beatitudo creata, quae nos in patria beatificat mortaliter. Alium habet finem intrinsecum qui est beatitudo increata, quae nos beatificat effective, scilicet ipsum Deum. Prima, se. beatitudo creata, est tanquam finis in quo speratur. Secunda vero, se. beatitudo increata, tanquam finis in quo quiescitur» ( Compendium , lib. 7, cap. 23, p. 628). 55. «Nos autem dicimus duplicem esse beatitudinem sicut dictum est. Deus enim remu- nerat suos secundum merita» {Ibid. , p. 629). 56. «Summa bonitas volens communicare bonum suum aliis, fecit creaturam rationalem quae suum bonum intelligeret, intelligendo amaret, amando possideret, possidendo beata esset» {Ibid. , lib. 2, cap. 62, p. 212). 57. Clemente Dolerá (t 1568), general de la orden y después cardenal, escribe una obra teológica que alcanzará varias ediciones: Tbeologicarum institutionum compendium , Romae 1565.

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