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238 ALEJANDRO VILLALMONTE — La hipótesis satanista del prof. Sayés: a) creo que es del todo arbi­ traria, infundada; b) en nada esclarece el tenebroso «misterio» del pecado original tradicional, sino que lo envuelve en mayor oscuridad, c) suscita dificultades insolubles ante el concepto del hombre, contra la eficacia real de la obra salvadora de Cristo; es un ataque masivo y descarado contra la Bondad de Dios: como si se intentase glorificar a Satanás a expensas del Amor de Dios manifestado en Cristo. La peligrosa «obsesión de pecado», se completa ahora con la incomprensible tendencia a ver a Satanás omni­ presente y omnioperante en todo el decurso de la historia humana: obse­ sión por Satanás. — Sólo en forma superficial, epidérmica, el autor ha aplicado los nue­ vos hallazgos de la hermenéutica de las culturas, los géneros literarios, el sentido histórico-crítico con que es indispensable leer los textos teológicos, primarios y secundarios. Por ejemplo: ante los numerosos textos satánicos de la tradición cristiana el teólogo crítico tratará de quitarles hierro, situán­ doles en el contexto de entonces , que los relativiza saludablemente, y en el contexto ahora que no puede aceptarlos en su pura, nuda, mera literalidad, como lo hace Sayés. En este caso habría que sentir «vergüenza ajena» por el hecho de que hombres cristianos hayan pensado y escrito tales desacier­ tos sobre Satanás y sus fechorías en el mundo. Se dirá que no he mencionado los aspectos positivos del libro de Sayés. Estos los percibe con facilidad y agrado cualquier lector. Por ejemplo, el enorme y tesonero esfuerzo del autor para componer este grueso volumen sobre un tema complicado como pocos en la historia de la teología cristia­ na. Claro que, en mi opinión, tanto esfuerzo no ha tenido éxito. Pero podemos recordar lo del poeta: «Que no se pierde hacer el bien / ni aún en sueños». Alejandro VILLALMONTE recibió el mensaje de Gracia en plenitud, y no recibió mensaje ninguno sobre el pecado original. Parece que ambos autores quieren apuntalar una creencia que va perdiendo vigencia entre los católicos. La decadencia me parece que no va a ser detenida por estas frases de «propaganda» sobre la grandeza del pecado original.

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