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234 ALEJANDRO VILLALMONTE En efecto, de entrada, ya se da por sentado y obvio que estamos ante una humanidad, un hombre «caído». Claro, si la miseria que al hombre aqueja se debe a que ha «caído» o se le ha obligado a caer de una situación histórico/existencial más elevada, ante este hombre «caído» en tanta mise­ ria se pregunta: ¿Cómo, cuándo, por qué cayó el hombre? La respuesta es fácil, facilona para un hombre educado en la tradición cultural y religiosa cristiana. Acuden a la mente el paraíso, Adán prevaricador, Satanás tenta­ dor y tiranizante y el Dios Castigador: abismal e inexcrutablemente Justo. Sin embargo, el verdadero origen de semejante teoría explicativa hay que verlo en el mito universal de los pretigiosos y divinales orígenes de la humanidad, y en el evento-desgracia-fatalidad-pecado-castigo que lo acom­ paña como al viajero su sombra. E l mito del paraíso perdido , lo encontramos en todas las culturas bajo diversas formulaciones. También en varias filoso­ fías idealistas y sistemas religiosos antiguos. El paraíso originario , la edad de oro de la humanidad es un relato que siempre ha oído con gusto la humani­ dad sufriente. Embelesados estaban los cabreros cuando D. Quijote les ha­ blaba de aquella «dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los anti­ guos pusieron el nombre de dorados... Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes». Contemporáneos de D. Quijote y de los cabreros eran Calderón / Segismundo cuando exclamaban: «Yo sueño que estoy aquí / de estas prisiones cargado / y soñé que en otro estado / más lisonjero me vi». El mito, ensueño, añoranza, símbolo y «saudade» del paraíso también lo recoge la Biblia. Pero, con buen tino, la exégesis moderna da una inter­ pretación escatológica al relato del Edén. La dirección escatológica que se intensifica en los profetas, para quienes la miseria humana proviene no de haber sido expulsados in illo tempore del paraíso del Edén, sino de que todavía-no hemos alcanzado el paraíso verdadero que Dios pone delante de nosotros21. El perenne empeño humano por «explicar» la miseria humana —cómo, cuándo, por qué existe el mal— unde malum ?, es una pregunta que no va a tener respuesta. Incluso se puede dudar si está bien planteada, por muy 21. Ver Federico R a ü RELL, Historia de los orígenes y escatología de los profetas , en Estud- Frartccis. 70 (1969) 165-197. Apenas será necesario recordar que, el mito-símbolo-relato-histo­ ria-leyenda-parábola de los felices inicios, de un evento desafortunado que provocó su pérdi­ da y del subsiguiente destino de la tribu (humanidad) a la miseria, se encuentra en numerosas culturas, religiones, filosofías de la humanidad. Lejos de nuestro círculo cultural medio-oriental, grecorromano, los textos son abundantes: D. CASTILLO, L os barí. Su mundo cultural y religioso , 3.a edic., Salamanca 1992. El autor publi­ cará en breve un estudio similar sobre los yukpa. Ambos son tribus venezolanas, en la región de los famosos indios motilones. Como prof. de Filosofía de la Religión , D. Castillo conoce, de primera mano, numerosas narraciones mítico/primitivas similares en contenido a Gn 2-3. Para otros informes cfr. A. VILLALMONTE, «Miseria» humana..., cit. en nota 16, pp. 112-126.

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