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SATANAS Y EL PECADO ORIGINAL 233 ción conjuntada del tándem Adán-Satán. La verdadera explicación, en esta teoría sayesiana, es teológica: la miseria humana es castigo de Dios por el pecado original (originante + originado). Satanás actúa como ministro, instrumento de la ira de Dios para ejecutar el castigo. Me permito algunas observaciones sobre esta «etiología» adánico-satá- nica-teológica de la « miseria » humana20. En toda esta explicación, el apriorismo, presupuesto más peligroso es de índole teológica: presentar la miseria humana como un «castigo» de Dios por el pecado de Adán, castigo ejecutado por mediación de Satanás y los innume rables esbirros que le ayudan. En páginas anteriores he expresado mi opinión de repulsa ante la figura de este Dios Castigador del pecado humano: todos por uno!; y que trae de otro universo a Satanás para que ejecute sañudamente tal castigo. En toda esta explicación veo yo un «mostruoso invento = prodigia- le commentum», «una auténtica barbaridad» = probata barbaries. Es desagra dable ver que teólogos cristianos hayan hablado así de su Dios. Otro presupuesto lo constituye el teologúmeno de Adán: la teología de Adán que Sayés recibe en su sustancial integridad clásica. Esta se basa, a su vez, en una lectura literalista, historicista y hasta materialista de la narración de Gn 2-3. Sobre una base exegética de barro se ha elevado una floreciente especulación gnóstica y ontologizante del relato. Dudo haya hoy ningún escriturista que avale esta exégesis literalista de Gn 2-3. En cuanto a la «teología de Adán» me parece el mejor especimen de «teología- ficción» aparecido en veinte siglos de historia cristiana. Todo lo que de arbitrario y siniestro tiene la «teología de Adán» lo completa, en ambas direcciones, con la poderosa «teología de Satanás» que introduce en escena. Y a la he comentado anteriormente. Una cuestión mal planteada El enunciado del cap. VIII y todo el decurso del mismo se basa en un apriorismo y presupuesto que desenfoca e invalida todo intento de respues ta a la cuestión. 20. En este concepto —cifra de « miseria » humana de agustiniana y pascaliana memo ria—, voy a condensar todo el discurso de los teólogos sobre la «cinco llagas» con las que camina vulnerada la humanidad en este valle de lágrimas, inferidas como castigo por el pecado original (originante-originado). Sayés las llama ‘consecuencias del pecado original’ y, como es obvio en su teoría, consecuencias y signos de la tiranía de Satanás sobre la humanidad empe catada. Sayés las recuerda y comenta morosamente (p. 338-385): la incapacidad para el cono cimiento y aceptación de verdades religioso-morales (ignorantia/difficultas, en san Agustín); los sufrimientos y la muerte; la concupiscencia desbordada, que correspondería a la «dura necesidad de pecar», propuesta por el obispo de Hipona: esta sería, para su alma religiosa, lo más hondo y peligroso de la pluriforme miseria del hombre caído.
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