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230 ALEJANDRO VILLALMONTE nueva creatura en Cristo. Obviamente, como todo ser finito es lábil, peca ble, pecadorizo , la gracia elevante tiene, en forma concomitante y subsi guiente la fuerza e intención preventiva contra la fuerza de E l Pecado que presiona desde dentro y desde fuera. Pensemos que la actividad anti-peca- do de la salvación en María , la perfectísima y eminentísima redimida, sólo se ejerció en forma de Gracia preveniente, no perdonadora-liberadora de un pecado previamente contraído. La lectura satanista/demonológica que Sayés hace de la obra salvadora de Cristo, recoge y eleva al máximo las dificultades de la vieja teoría peca- dorista. En efecto, en la propuesta sayesiana se unifican la acción adánica y la acción satánica. El tándem Adán-Satán posee un poder mortífero más universal y efectivo que el poder salvador de Jesús, porque Adán-Satán proprocionan la muerte físico-espiritual a todo hombres que llega a este mundo, sin excepción18. Incurren pecado/esclavitud todos en forma mate mática, inexorable, forzadamente, antes de ser capaces de acto humano alguno. Pero el poder de Cristo entra en acción por el bautismo. Y el bautismo lo recibe una mínima parte de la humanidad, considerada en su conjunto, desde hace un millón de años que existe, al parecer, la especie humana. La inmensa mayoría de los hombres mueren sin bautismo y, en esta hipótesis bajo esclavitud satánica. Incluso en los bautizados, el triunfo de Cristo es muy restringido: persisten el dolor, muerte, la dura necesidad 18. La Virgen María es la excepción, pero todos sabemos cuánto le costó a la inocente Doncella de Nazaret el que la reconociesen como la Llena de Gracia desde el primer instante de su ser. Los tozudos «maculistas» de entonces se atrincheraron en el «dogma granítico» del pecado original, pero también en una visión pecadorista, superficial, empobrecida de la salva ción obrada por Cristo. Los hodiernos «maculistas universales» siguen empecinados en los mismos prejucios dogmatizantes. El bto. Juan Duns Escoto demostró la inanidad de la argu mentación «maculista». Los «maculistas» hodiernos ignoran aquel acontecimiento en su cari- tología y soteriología tan reduccionista. Y también en su preocupación obsesiva por magnifi car la fuerza del pecado y de Satanás, su padre; restringiendo el poder del Salvador. En varias oportunidades he vuelto sobre esta idea: los mismos principios de caritología y soteriología que sirvieron al bto. Juan Duns Escoto para hablar de que María fue poseída por la Gracia desde el primer instante, en atención a los méritos de Cristo, valen —proporcional, pero realmente— para demostrar que todo hombre entra en la existencia acogido a la gracia de Dios en Cristo , Sacramento universal de salvación para todo hombre que lleva a este mundo y al llegar a este mundo. Ver, A. VlLLALMONTE, Duns Escoto, la Inmaculada y el pecado original , en Collect. Franc. 60 (1990) 137-153; Id., Qué es lo que celebramos en la fiesta de la Inmaculada, en EphemMariol. 35 (1985) 311-340. Es históricamente seguro que Duns Escoto no quiso eximir del pecado original más que a la madre del Señor: sólo en Ella se muestra Cristo como el «perfectísimo Redentor», y sólo Ella es la «eminentísima redimida». Hubiese sido demasiado «anacrónico» pensar en los demás hombres. Pero los principios cristológicos, soteriológicos, caritológicos por Escoto utilizados, leídos en forma dinámica, evolutiva, procesual, y desde el contexto teológico de finales del siglo XX, nos lleva a concluir: la plenitud de Gracia inicial recibida por María, prototipo de todo redimido, es participada por todo hombre al entrar , como Ella, en la existencia.
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