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2 2 6 ALEJANDRO VILLALMONTE semejanza con destino de vida divina, por su calidad de Justo por excelen­ cia, por haberse manifestado como Agape = Amor benevolente y condes- censivo, no podemos atribuirle la decisión de entregar cada niño que nace al poder tiránico de Satanás. Es claro que Satanás, caso que existiese, habría que situarlo en un modo distinto y distante del mundo de los humanos. Porque estamos hechos de barro, de «carne mísera y concupiscente» como dice la gente, nuestra vida espiritual está sujeta a mil peligros serios, inherentes a esa nuestra condición creatural carnal (en sentido paulino). Pregunto: ¿cómo es posible que el buen Dios haga venir no ya de otro planeta, sino de «otra sobremundana creación» a Satanás, lo dote de poderes excepcionales, pre- ter o sobrenaturales para que mantenga a los hombres en situación de muerte eterna, insuperable y evidentemente forzada, como es la existencia del esclavo? A ver si, por defender el poderío de Satanás, olvidamos el amor que el Padre celestial nos tiene. Es ilustrativa para el caso una comparación que ya se insinuaba en la polémica Agustín-Juliano de Eclana y que posteriormente he leído adapta­ da a nuestro tiempo. El Dios que, por el pecado de Adán, castiga a todo el género humano a la dura esclavitud del Demonio, se parece a un juez que, a un individuo que delinquió consumiendo droga, lo condena a él de por vida y a todos sus descendientes por los siglos de los siglos, a ser unos drogadictos irreversibles. Lo que ahora llamamos drogadicción irreversible, los antiguos cultivadores de la teoría del pecado original lo llamaban «vul- nus naturae», corruptio naturalis = naturaleza corrompida. A esta negra «masa corrupta», al hombre, todavía se le lleva al paroxismo de la ruina al ser entregado, no sin positiva decisión divina (p. 297) al dominio de Sata­ nás, como propiedad y pertenencia de él, y no en sentido metafórico y propio (p. 299). Desde la perspectiva humanista. ¿No estamos ante un castigo in-humano y des-humanizador? Si miramos el hecho desde Dios, me parece poder calificar esta conducta como ‘anti-divina’. ¿No tendremos que defender a nuestro Dios de la acusación de ' sadismo ? 17. 17. François VARONE expresó esta idea en su libro, El dios «sádico». ¿Ama Dios el sufrimiento?, Santander, Sal Terrae 1988. Desde luego, unos de los momentos en que más intenso es el «sadismo» del viejo dios/Moloch es cuando se le presenta castigando a la huma­ nidad con tan inmensa miseria , recrudecida con la esclavitud satánica de sayesiana invención. Y todo por aquel «viejo pecado» cometido por el «anthropos»-adán. Que no pudo poseer, de suyo, más que un responsabilidad insignificante. A menos que se le dote de una arbitraria, inconmensurable grandeza. ¿Para qué? ¿Para poder castigarlo inmediatamente más a su sabor? Ya se ha escrito algo sobre «el resentimiento en la moral». También se podría escribir algún ensayo sobre «el sadismo en la teología». Concretamente cuando esta trata temas como Satanás —el pecado original— el infierno.

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