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SATANAS Y EL PECADO ORIGINAL 225 pues no reconoces que sea justo al castigar el pecado de Adán como lo hace16. En el fondo la objeción del obispo Juliano es certera y no supo resolverla el genial teólogo Agustín. En nuestros días sigue en pie, e incluso se ve reforzada por esta teoría satanista de Sayés que comentamos. El católico de finales del siglo XX tiene una vivencia mucho más vivaz de la bondad de Dios. La idea y la experiencia de Dios Padre, Dios Amor (-Agape) es ahora mucho más intensa y universal que en tiempos pasados. En clara disonancia con los mejores textos del N. Testamento, la figura del Dios justiciero y castigador implacable del mal, primaba antes sobre la figura del Dios compasivo y misericordioso. Un ejemplo significativo, del todo complicado con la creencia en el pecado original y su castigo por parte de Dios: en simbiosis con su firme creencia en el pecado original es sabido que san Agustín mantuvo una idea muy estrecha sobre la voluntad salvífica de Dios. Como consecuencia de la prevaricación de Adán toda la humanidad se tornó a los ojos de Dios en «masa de perdición» de la cual sólo unos pocos son elegidos para vasos de glorificación. Hoy día la Iglesia católica vive con una hondura y universalidad, antes desconocidos, el dog­ ma básico de la voluntad salvadora de Dios: verdadera, universal, operativa y eficiente respecto a todo ser humano, no sólo para el bautizado. Ahora bien, me parece que esta voluntad salvadora de Dios sería una añagaza si, a un hombre a quien Él creó para la vida eterna, sin culpa personal posible, en el primer instante de su ser, lo pone ya de entrada en situación teologal de pecado, de muerte espiritual, bajo la tiranía de Satán. La hipótesis explicación satanista que Sayés ofrece, creo que tiene to­ dos los inconvenientes de la vieja teoría agustiniana más la sobrecarga de satanismo que Sayés le añade. En efecto, el Dios a quien Sayés hace intervenir en todo el sucio asunto del pecado original por un solo pecado, un solo hombre, en un solo mo­ mento de la historia castiga con la «dura necesidad de pecar» (= peccandi dura necessitas) de Agustín, o bien con la menos dura esclavitud bajo la tiranía de Satanás, según Sayés, ese «Dios» me parece inaceptable para un cristiano. Ni para el hombre éticamente honrado, ni para el creyente ni para el teólogo es soportable el presentar a Dios castigando de esa manera. Por respeto a su propia dignidad de Creador del hombre a su imagen y 16. Los textos completos de Juliano de Eclana así como el contexto vivazmente polémi­ co en que producen pueden verse en A. VlLLALMONTE, «Miseria» humana y pecado original: un gran tema agustiniana , en Rev. Agustiniana 39 (1992) 111-152. Completando este estudio: A. VlLLALMONTE, El problema del mal y el pecado original en san Agustín , en Naturaleza y Gracia 38 (1991) 235-263;A. VlLLALMONTE, El pecado original en la polémica Agustín - Juliano de Eclana , en La Ciudad de Dios 200 (1987) 365-409.

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