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SATANAS Y EL PECADO ORIGINAL 223 para ellos? El concepto cristiano de Dios, su bondad paternal para con los hombres, está seria e insuperablemente comprometido en esta perspectiva demonológica en la que Sayés coloca la historia de la humanidad toda, desde su inicio hasta su consumación. Ampliando un tema muy querido por el Vaticano II, la hodierna teolo­ gía católica cultiva un concepto del hombre muy positivo y cargado de sobrenatural optimismo: el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios, rey de la creación, llamado a la participación de la vida inmortal de Dios mismo. «Cada hombre entra en la existencia en la inocencia del paraí­ so, en el regazo paternal del Padre, en el recinto de su amistad, de su gracia, de santidad original15. Me parece que ningún cristiano tendrá hoy la «avilantez» de decir, como se dijo durante siglos, que todo hombre entra en la existencia hecho «masa de pecado - masa de perdición». A estos afrentosos calificativos añade ahora Sayés una sobremano de satanismo que deja temblando a cualquier cristiano de nuestros días. Por fortuna J. A. Sayés no lleva su «hipótesis» a las extremosidades a las que connaturalmente podría llevarse. Pero tal hipótesis posee una lógica interna e inmanente que, si no se la desvía —un poco arbitrariamente—, llevaría a la satanización generalizada de la humanidad y de toda su historia. Al menos en el caso de los individuos y grupos que, al no haber recibido el bautismo, no han sido liberados por Cristo y que, por ende, siguen bajo el dominio de Satanás. Los católicos de nuestro siglo lamentamos y quisiéramos pedir mil perdones por el hecho, históricamente bien confirmado, de que en épocas pasadas hayan sido satanizados por los cristianos personas y grupos humanos de la misma carne y sangre que nosotros y que Jesús de Nazaret: los paganos, los judíos, los herejes, la mujer, las brujas, los musulmanes, los indios, los ‘salvajes’ de varios continen­ tes. Tal satanización no se explica adecuadamente —ni psicológica, ni sociológi­ ca, ni cultural, ni religiosamente—, sino en un grupo humano, los cristianos, que creían con fuerza y hasta con obsesión en Satanás que tiraniza al hombre, conver­ tido en «masa de perdición» por el pecado original y destinado al infierno, si antes no recibe el bautismo liberador. Que dicha satanización no era meramente teórica, literaria o doctrinal, es un hecho demasiado cierto y demasiado afrentoso. La hipótesis satanista del p rof Sayés frente al concepto cristiano de Dios/Amor Como es sabido san Agustín afirmó con toda crudeza y con machacona insistencia que, por amor del pecado de Adán, Dios ha castigado a todo el género humano a sufrir la inmensa miseria que le estará abrumando hasta 15. Es la conclusión de los dos art. citados en nota 8. Me parece afrentosa para Dios y para el hombre la afirmación de que éste entra en la existencia como enemigo de su Dios y esclavo de Satanás, cuando no podía hacer nada para provocar semejante situación.

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