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2 1 8 ALEJANDRO VILLALMONTE La reflexión demonológica del prof. Sayés se fija en el punto 3. de nuestra clasificación. Y en forma concomitante inevitable en el punto 4. De los demás se ocupa en forma alusiva y referencial, si bien en su florecida demonología no es permitido prescindir de tales referencias y complementos. Realizada esta demarcación de fronteras y zonas de influencia en los inmensos dominios de Satanás, seguimos la exposición de la hipótesis sata- nista, en cuanto buscada explicación del «misterio» del pecado original. El inicio d e la dom inación satánica sobre la humanidad según Sayés, ocurrió de esta manera. La cosa empezó en el jardín del Edén. Satanás en persona, bajo la figura de la serpiente, logró que Adán desobedeciese al precepto divino. Con su pecado Adán «abrió la puerta» (p. 329ss). Abierta la puerta, Satanás invade la ciudad terrena y la domina. Primero en la persona de Adán, luego en todos su descendientes por los siglos de los siglos, hasta el final de la historia. Entrar, por tanto, en la existencia es encontrarse ya en situación teologal de «esclavo de Satanás», en estado de pecado original, según expresión más usual (p. 328-337). En cuanto a la índole d e la influencia satánica , Sayés procura mantener­ se equidistante de dos extremos. No hay que pensar que todo hombre, al nacer, sea un endemoniado, un poseso de Satán, en el sentido técnico, riguroso de la palabra: «Que nadie entienda esta dominación del diablo como una posesión diabólica en el sentido estricto de la palabra. En nin­ gún caso el dominio del diablo, con el que relacionamos el pecado original, nos priva de la libertad y de la razón. No es propiamente un endemonia- miento en el sentido estricto de la palabra» (p. 332). Tampoco habría que reducir la tarea de Satán a la función de «seductor/tentador»: ésta no tendría sentido en el seno materno. Y, por lo demás, a juicio de los demo­ nólogos, sigue muy intensa en los cristianos, incluso en los más «santos». La clave para interpretar esta situación postlapsaria del hombre la ofre­ ce el prof. Sayés en estos conceptos: la humanidad, por el pecado de Adán ha sido puesta por Dios bajo el cautiverio de Satanás (p. 297. 298-300). Todo hombre nace esclavo de Satanás, hasta que Cristo lo libere (p. 302. 303). La expresión más usual, aunque equivalente a las anteriores, es la de dom inio de Satanás en todo hombre desde su entrada en la existencia (p. 301-303. 305. 309. 311) y, en realidad cada página de este cap. VII. Recoge Sayés y hace suyos viejos textos de verdad duros sobre la ampli­ tud y hondura de este dominio satánico en todo hombre no bautizado: «Satanás habita en el hombre antes del bautismo» (p. 298; 304. 310) Sata­ nás inhabita en el recién nacido con un tipo de presencia en paralelo anti­ tético con la inhabitación del Espíritu Santo en el justo: «en la medida en que el pueblo estaba convencido de la inhabitación del Espíritu Santo en

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