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SATANAS Y EL PECADO ORIGINAL 213 ¿De qué tipo de «existencia» goza Satanás? Hay división de opiniones, en la actualidad. Los creyentes instruidos, bien situados en la época moderna, retienen la figura de Luzbel como un gran símbolo , cargado de rico contenido cultural y hasta religioso; pero se abstienen de concederle densidad óntica, personalidad metafísica. Grupos ultrancistas, fundamentalistas de varias religiones son tenaces y hasta faná­ ticos defensores de la existencia de Satanás y de su operación casi tangible en la historia humana. Y no sólo entre los ayatollahs del Irán, también más cerca. Obviamente los agnósticos e increyentes de nuestro entorno se sor­ prenden o se mofan de semejante fantasiosa, infantil, rudimentaria creen­ cia. Por fin, recordamos que estos últimos decenios están proliferando las sectas satánicas , un subproducto que brota en conexión psicológica y socio­ lógica con la creencia en Luzbel y sus diablos. La pregunta por la «existencia» de Satanás y toda posible respuesta están erizadas de problemas. Es indudable que Satanás «disfruta» de una densa e inmensa existencia y personalidad literaria, cultural. La han produci­ do y cultivado en todos los grandes ciclos culturales que nos han precedi­ do, y también sigue vigente en el nuestro. Lo problemático es el intento de concederle una existencia objetiva (existencia a parte rei, in rerum natura \) una consistencia ontològica, metafísica, que no sea mero producto mental objetivado. El prof. Sayés está del todo convencido de que Satanás es una persona : un ser dotado de inteligencia y voluntad, individuo subsistente incomunicablemente en una naturaleza espiritual, con toda la densidad óntica y metafísica que tales calificativos comportan (p. 316, 32ls). Esta convicción pervade todo el libro. Sobre ella, como sobre un gozne, gira la reflexión teológica que sobre el «dogma» del pecado original se ofrece. La existencia de Satanás, dice Sayés «pertenece al núcleo mismo del Evange­ lio» (p. 320). «Eliminar al demonio es alterar la esencia de la Escritura» (p. 322). El que tal haga elimina «una dimensión esencial de la predicación de Jesús sobre el Reino» (p. 322). ¿Será posible...? Es claro que la historia de la Iglesia cristiana no puede escribirse sin aceptar en ella la presencia e influencia de la «creencia» en Satanás, ‘en sus ángeles’ y el influjo de esta tropa en el mundo sublunar y ‘diabólico’ en que vivimos. Lo problemático surge al querer interpretar este cúmulo abru­ mador de «textos/versos satánicos». Una lectura medianamente racional, razonada y crítica se hace indispensable. Pero, semejante hermenéutica a este «libro de corte clásico en su estructura y de ideas rancias», p. 327s. Yo me voy a fijar más es lo que «personalissimo» de Sayés: su lectura tan ‘nueva’, realizada con intención de repujar la enseñanza clásica y rancia con una llamativa plancha de satanismo.

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